“Las ratas son mías, las ratas son mías ” Miguel Delibes
Este país, de golpe, se ha puesto a hablar. Por eso anda traspapelado este país: el cruce de ideas es más peligroso que el zumbido de una bala en plena noche. ¿Cómo pueden ponerse de acuerdo si hablan en un idioma diferente?
Los profesionales de la política de este país desconocen el significado de la palabra solidaridad; creen que transigir es una vía estrecha que no llega a ninguna parte, que generosidad es el nombre de una flor silvestre, que libertad es una insana costumbre de ir desnudo por el mundo y las ventanas que miran al mar nunca se abren.
Este país, tan al servicio de, quedó gripado por la sorpresa. De golpe, una rima sirve, la mano en el bolsillo ajeno es una mano enemiga y la codicia es una palabra que necesita urgentemente sinónimos.
De repente, abrimos los ojos y no estamos en el mismo lugar de siempre, navegamos en la misma barca que nuestro viejo enemigo y, para quedar bien en la foto familiar, sacamos de los baúles olvidados nuestra mejor sonrisa.
Somos tan hipócritas que los cristales se rompen y la música chorrea lágrimas de sangre. El adversario extiende su mano y tú, en ese instante, sientes que una estatua de sal derrama más verdad que tu falsa piel de cocodrilo.
Caminamos a buen paso y buscamos una barca para escribir la historia cuando la historia quedó grabada sobre un barril de dinamita. Así somos: felices de ser un paso más al frente en medio de un desierto de palabras estériles y montañas de frases que duermen en vía muerta.
Tenemos que hablar, me han dicho que dijeron, y estamos contentos de seguir vivos aunque apenas lo sabemos.
Foto: @macarvelf
Laura Bellver