Son once contra once. No vamos a descubrir aquí ni las reglas del fútbol ni lo que mueve este deporte. Basta una cifra: 5,3 millones de telespectadores siguieron el encuentro en Televisión Española. Fue el martes. Prime time. Manchester City y Fútbol Club Barcelona disputaron la ida de los octavos de final de la Champions. Un partido “de los de verdad”, escuché en la radio camino de casa para verlo en la tele.
El fútbol ha cambiado mucho en los últimos años. El fútbol de alto nivel, como el Manchester City-Barcelona, genera infinidad de comentarios antes, durante y después de ser jugado. Es más que un partido, hay millones de espectadores y, por tanto, en al aire millones de euros, dólares, yenes o lo que sea. Fíjense en la publicidad estática que aparece en los monitores que se colocan a ras de césped. Inglés, castellano, árabe… El fútbol ya no entiende de fronteras; es una industria multinacional y un espectáculo mundial.
Seguir un partido en Twitter es un dolor. Esta red social no está pensada para acontecimientos así. Salvo algún comentario jocoso que desgarra una carcajada aunque tu equipo esté siendo vapuleado, Twitter es una sucesión de mensajes de exaltación de jolgorio, decepción o cachondeo generalizado de los hinchas del eterno rival. Es como estar en el estadio siguiendo un partido pero donde los espectadores ni hablan, ni gritan, ni cantan, ni llevan la bufanda de su equipo, sólo están pendientes del smartphone y tecleando sin parar. ¿Se imaginan? Es lo más parecido a una fiesta sin invitados.
Sin embargo en Twitter sí hay un tercer tiempo; igual que ocurre en el rugby. Los futbolistas rivales no se reúnen para ir a tomar cervezas al pub de enfrente del estadio. Las grandes estrellas del fútbol mundial juegan hoy, mañana entrenan y pasado vuelven a jugar y entre tanto tienen que soportar la presión de decenas de medios de comunicación de todo el planeta. Como para ir a tomar unas cervezas (de hecho cada vez que lo hacen se arma la marimorena). No hay tiempo para el tercer tiempo pero en Twitter sí.
Son once contra once y el 80 por ciento de los jugadores suele tener cuenta en la red social del pajarito. Desconozco si la gestionan ellos o dan cuenta de un community manager. Me da igual. De los 22 que jugaron desde el inicio el Manchester City-FC Barcelona sólo cuatro compartieron un tweet al término del partido. Curiosamente los cuatro jugadores son del Barça, el equipo ganador. Sólo Nasri, del Manchester City, subió un tweet la víspera del partido y lo hizo para anunciar unas zapatillas. Luego silencio. Dani Alves, protagonista por darle una patada a una botella tras ser sustituido, colgó al día siguiente una foto en Instagram y la compartió en Twitter con un mensaje en el que pedía disculpas por su comportamiento. Jordi Alba también aprovechó el día después para patrocinar unas botas de fútbol y Andrés Iniesta y Luis Suárez, mostraron su felicidad al compartir la misma foto juntos y felices tras el encuentro.
Otra cosa son los respectivos clubes. Tanto el City como el Barça cerraron el partido comentando el resultado (1-2, por cierto) y un mensaje de ánimo a sus seguidores. A partir de ahí empieza el tercer tiempo de la Champions en Twitter.