El periodismo y su diamante en bruto

Las revoluciones de la Primavera Árabe han puesto de manifiesto la importancia de las redes sociales en la organización de movimientos ciudadanos, así como en la elaboración y difusión de informaciones. Los periodistas Olga Rodríguez y Ramón Lobo han reflexionado en voz alta sobre su repercusión en los conflictos internacionales en un encuentro organizado en Valencia por Le Monde Diplomatique.

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La decisión del tunecino MohamedBouazizi de quemarse a lo bonzo el 17 de diciembre de 2010 marcó para muchos elinicio de una revolución sin precedentes en el Norte de África y Oriente Medio.Bien es cierto que este acontecimiento tuvo una repercusión incuestionable. Sinembargo, las reivindicaciones ciudadanas en los países árabes venían de tiempoatrás. Por ejemplo, el 6 de abril de 2008 tuvo lugar una huelga en Egipto queaunó a la sociedad más urbanita con los movimientos obreros de las fábricas. Laconvocatoria surgió en Facebook y su seguimiento fue masivo. De hecho, seconsidera que éste es uno de los precedentes de las protestas que prosiguieronmeses después.


 

Otra referencia importante dataun poco más tarde. Un bloguero egipcio de tan solo 28 años, Khaled Said, fallecióel 6 de junio de 2010 tras una brutal paliza de la policía. ¿La razón? Éstepretendía difundir por Internet un vídeo en el que se mostraba cómo unosagentes se repartían un alijo de droga. Pocos días después, un activista creóuna página en Facebook llamada Todos somos Khaled Said.Los seguidores se sucedieron y la información comenzó a fluir. Así, cuando elGobierno de Ben Ali en Túnez fue derrocado por las protestas, en Egiptosiguieron esta estela basándose en los movimientos ya existentes, Seis de abril y Todos somos Khaled Said. De ahí laconvocatoria multitudinaria en la plaza Tahrir el 25 de enero de 2011 cuyasimágenes dieron la vuelta al mundo. El Gobierno de Hosni Mubarak trató defrenar la ocupación ciudadana bloqueando la Red por completo, pero fue en vano:la gente siguió movilizada. Y el final es bien conocido por todos.


 

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El público seguía atentamente lacronología de acontecimientos. Seguramente, la gran mayoría les sonaban. Lareportera Olga Rodríguez (@olgarodriguezfr) se estabasirviendo de éstos para llegar a la cuestión clave: entonces, ¿cuál es elauténtico papel de las redes sociales en todo esto? Para ella, quien conoceesta realidad de primera mano, la respuesta estaba clara: “Las revueltas no han sido 2.0, sino que había estructuras de protesta previamenteorganizadas“, afirmó. Eso sí, estas herramientas han permitido rebasarlímites que antes se creían insalvables. En sus palabras: “La información siempre dependía de una élite muy ligada al poder. Solopodíamos ver una versión muy edulcorada de la realidad. Y las redes socialeshan jugado un papel muy importante en ese sentido. Han contribuido a romperestereotipos y han permitido transmitir información que antes era censurada.Son un diamante en bruto y tienen muchas posibilidades como herramientainformativa“.


 

Su compañero, Ramón Lobo (@ramonlobo), apoyaba poco después ensu intervención esta conclusión. “Henacido antes de las redes sociales y he ido a conflictos cuando no había nimóviles. Las personas que vivían estas situaciones no tenían oportunidad algunade transmitir nada. Ahora, hasta las minorías pueden expresarse. Su voz puedetener más peso“, reflexionó. No obstante, el periodista también puso lasdesventajas sobre la mesa. Alejándose del manido concepto de reciente creación periodismo ciudadano, pues reconocióhuir de la adjetivación, recordó una cuestión fundamental respecto delperiodismo a secas. “La redes sociales noson la panacea. Hay que mantener la actitud de contrastar la información y decrear puentes de confianza con las fuentes. Ahora, con estas herramientas, tocareordenar nuestra mirada, pero aplicando siempre el principio periodístico decomprobar, comprobar y comprobar“, concluyó.


 

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Siguiendo este fundamento, Olgaexplicó las posibilidades que se han abierto a los periodistas. Así, recordócómo en la denominada Operación Plomo Fundido desarrollada por las Fuerzas deDefensa Israelíes sobre la Franja de Gaza a finales de 2008 y principios de2009 se confió el relato de los hechos en los pocos profesionales que pudieronpermanecer en la zona. “Vimos lo quepasaba a través de cuatro o cinco pares de ojos de testigos internacionales“,matizó. Ello contrasta, ahora, con la nueva oleada de violencia entrepalestinos e israelíes. “En redessociales se está rompiendo con lo políticamente correcto y se compartenimágenes que incluso un medio de aquí no publicaría. Se está mostrando larealidad con toda su crudeza“, explicó la periodista. Tanto es así, quehasta algunos materiales crean la disyuntiva de si deben ser difundidos o no,como le ocurrió hace poco con una imagen de cuatro niños asesinados en Gaza quele hizo llegar un conocido. Finalmente, Olga sedecidió a compartirla.


 

Con todo, el orden establecidoestá cambiando. O, por lo menos, se está poniendo en cuestión. “Por ahorrar un poquito, los medios recortanplantillas, cierran corresponsalías o prescinden de los enviados especiales. Sesirven la información de agencia y, así, se limita la pluralidad informativa.Pero las redes sociales han roto esta uniformidad. Los internautas inclusoestán influyendo en las agendas setting de los grandes medios“, observóOlga. Y Ramón mantuvo el tono crítico. “Nose respeta el periodismo de terreno. En lugar de una historia parece que llevesun problema a la [Img #16515]
redacción. Además, te exigen material para publicar deinmediato y uno de los valores del periodismo es pararse a pensar, no mucho,porque los periodista no tenemos mucho tiempo, pero pensar“, declaró.


 

Porque el rigor del periodismoclásico no tiene que estar reñido con la interactividad que las redes socialesofrecen. Y porque éstas han pasado a ser una herramienta importante en laactualidad, pero no el todo. “Gentepequeña en pequeños lugares y con pequeñas cosas pueden cambiar el mundo“,citó Olga. Hay que aprovechar, por tanto, la oportunidad que Internet brindapara ello sin olvidar el origen ni los principios.

@LaBellver

Laura Bellver

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