El rayo dormido de Carmen Amoraga

Sigo a Carmen Amoraga (Picanya, 1969) desde que publicó La larga noche, una novela prostibularia ambientada en la Barcelona de principios del siglo XX con la que rendía homenaje a los pioneros del cine porno. Después vinieron las dos novelas finalistas en los dos premios más prestigios de este país, el Nadal y el Planeta. Confieso que la del Nadal, Algo tan parecido al amor, me interesó poco, pero con El tiempo mientras tanto, finalista del Planeta en 2010, quedé fascinado hasta el punto de haberla regalado en repetidas ocasiones a mis amigos, algo que suelo hacer cuando un libro deja de ser un mero objeto y pasa a formar parte de mi biografía lectora. Sus novelas anteriores aún las tengo por leer, pero prometo que un día de estos enmendaré la falta.

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Hace unas semanasasistí en la Llibreria La Moixerangade Paiporta (Valencia) a la presentación de su última novela, El rayo dormido. Compré el libro, me lofirmó, y esa misma noche  empecé a emocionarmecon las historias de Natalia, Carmen, Antonio, Manuela y José Emilio, a la vezque descubría que era eso del rayo dormido que todos llevamos dentro.  No voy a desvelar el por qué, eso se lo dejo paralos lectores que vendrán, pero puedo asegurar que pocas veces el título de unanovela ha resultado tan adecuado al contenido como en este caso. Lástima que suportada acaramelada resulte engañosa y no le haga justicia.


Leí, mejor dicho devoré,la novela prácticamente en un día. La historia de Natalia y Carmen contada a travésde sus entradas en el facebook, y la de Antonio y José Emilio tejida por lainvestigación sobre la memoria histórica que realiza Natalia, me atrapó desdela primera página. Amoraga tiene buen pulso narrativo y en sus novelas, ésta noiba a ser menos, siempre te hace crecer el interés sin que nada se atasque, sinque el libro pese y se caiga de las manos. Sus historias son sencillas,cotidianas y familiares, y están  contadas con la misma sencillez, con un estilofresco, coloquial y muy personal.  Ahí sugrandeza. La novela narra dos historias separadas en el tiempo, pero que tienenen común la latencia de lo todavía irresoluto. Una actual y con la crisis acuesta, la otra con la Guerra Civil Española y la II Guerra Mundial como escenarios.Ninguna de las dos resulta menos interesante, aunque parezca que una esté alservicio de la otra, que sea un mero recurso narrativo. Las dos enganchan. Laautora tiene la maestría de saber pasar muy bien los hilos en el cañamazo paracomponer un bordado unitario, aunque sean varias las percepciones. Ya sabemosque todo, hasta uno mismo, es polisémico.


El rayo dormido saca del olvidoa los hombres de la Nueve, la  9ª Compañía de la 2ª División Blindadade la Francia Libre,o División Leclerc. Aquellos republicanos que participaron en laliberación de París en 1944 y en la campaña del Nido del Águila, el refugio final de Adolf Hitler en Berchtesgaden.También saca del olvido la gran labor pedagógica y humanitaria que realizaronlas Colonias Escolares de la IIRepública ubicadas en las huertas de la Comunidad Valenciana, y que dieronhogar y escuela a más de 6.000 niños evacuados de Madrid y otras ciudades bombardeadasdurante la Guerra Civil.  Pero estosrescates se hacen desde una perspectiva humanista, componiendo un homenaje a lafilantropía más allá de las filiaciones políticas.  Un canto a la concordia, al diálogo, alraciocinio, a la libertad. Un ejerció de perfecto irenismo. Una historia comodijo Antonio Machado, de más que un hombre al uso que sabe sudoctrina, / soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.


Le auguro éxito aesta novela, y éste será muy merecido. Como dijo Gloria Mañas, la propietaria de la librería La Moixeranga, CarmenAmoraga es una autora que hace lectores. Es verdad, al menos conmigo se hacumplido.


Dejaros atrapar poreste libro y hacer surgir el rayo dormido que tiene encerrado. No osarrepentiréis. Digo.

Por @manologild

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