Por David Barreiro, escritor y periodista
Es curioso observar cómo internet, entendido como territorio sin fronteras, como paradigma de la libertad, no borders, no labels, se está configurando como una realidad paralela estructurada de una manera tan lógica y simple, tan primitiva, que de esa nebulosa inicial que todos imaginamos ya no queda nada, esa red que crece en todas direcciones y se expande sin posible control no existe.
Internet no es una red, es una jaula, una hoja de Excel en la que todo está controlado, medido y clasificado, no hay nada al albur de los acontecimientos, todo lo que nace es al instante etiquetado y a partir de ahí su vuelo no es posible pues crecerá siempre con un cordel atado a la patita.
Internet no son más que autobuses llenos de segmentos de mercado que van de un lado a otro para regocijo de sus conductores: las agencias de publicidad, las grandes compañías.
Solo es posible una web corporativa que ofrezca una imagen poderosa de la empresa y un blog que busque la cercanía y un facebook que permita tranformar una relación centrípeta en centrífuga no es necesario que vengáis a mi web, ya voy yo a vuestros muros y un twitter donde solo caben 140 caracteres y un tuenti donde hay una edad en la que ya eres un outsider.
Sólo hay un camino, lo tomas o lo tomas.
Internet no es una red, es una jaula.
Y ya estáis atrapados, amigos.