Mascarada social

Por Pilar García del Burgo, periodista

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Periodistas de todo el mundo: Japón, Estados Unidos, Dinamarca, Holanda, Argentina, Italia, Polonia, Grecia… han viajado durante las últimas semanas a Valencia con el único objetivo de seguir la pista al abogado de la Asociación Nacional de Afectados de Adopciones Irregulares (Anadir), Enrique Vila, y a la atroz historia de hombres y mujeres que acaban de descubrir que fueron raptados de los muslos ensangrentados de sus madres recién paridas, a cambio de dinero, para entregarlos a familias ansiosas de criaturas y en muchas ocasiones del anhelo de cumplir con el insatisfecho deseo de tener «un hijo propio» de cara a la pantalla social de la época (de los 60 a los 80), que se dejaban engañar con tanta facilidad como ellos engañaban.

La persistencia de Vila y el azar creó la primera fisura y a partir de ahí han comenzado a surgir centenares de historias de flores arrancadas, de farsas deleznables como las de enseñar cadáveres a las puérperas para que estuvieran rotundamente convencidas de que la criatura que acaban de parir había nacido muerta. Hoy aquellos muertos se han levantado de los nichos de sus vidas para indagar y descubrir la verdad de sus orígenes, para satisfacer la necesidad de todo ser humano de saber a identidad de su padre y de su madre.

¿Quién quiere ser el primero en ponerse en la piel de ese ser
humano?

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