Cuando la cosa va de “dar en la diana”

Nos acercamos al tiro con arco, uno de esos deportes que pocas veces despierta el interés del espectador más allá de las citas olímpicas. Luis Miguel Aguado, joven promesa de la disciplina, ejerce de maestro de ceremonias.

Nada más llegar al espacio que tiene habilitado el Club de tiro con arco Carraixet pensamos que las dianas están demasiado lejos. Quizá están apartadas porque molestan, quizá porque no se usen. Pronto salimos de dudas: “Cuando tiramos en exterior, las dianas pueden estar hasta a 90 metros de distancia y en pista cerrada a unos 18”. Son las palabras de Luis Miguel Aguado, con quien hemos quedado para conocer el deporte del tiro con arco a diana. La cara de sorpresa nos delata.

Este joven de 19 años acaba de llegar del campeonato de España de tiro con arco con un segundo puesto en el bolsillo, aunque en su palmarés ya cuenta con dos primeros premios en la categoría junior, así como una medalla de bronce en el europeo, en categoría individual, y otra por equipos. También logró con la selección española un tercer puesto por equipos en el Mundial de Polonia. Mientras hablamos con él, su arco reposa apoyado en el suelo. La cantidad de detalles que ofrece no nos permite quitarle el ojo.

En la disciplina del tiro de precisión hay diferentes tipos de arco. “Por un lado, está el arco recurvo que cuenta con el cuerpo, las palas (parte final del arco) y un visor, este es el más limitado. El recurvo olímpico permite colocar unos visores de mayor alcance, estabilizadores y contrapesos”. En su caso, él utiliza “el arco de poleas”, que como su propio nombre indica, cuenta en las palas con dos de estos mecanismos. Asimismo, su arco tiene un visor con aumentos y un nivel de precisión. Las poleas ayudan al arquero a mantener en tensión la cuerda cuando está en posición de tiro. “La fuerza que tienes que hacer equivale a unos 24 kilos, que se reduce a la mitad con la fuerza de las poleas”, comenta el joven. En la mano lleva un disparador, una especie de mosquetón de escalada, que se coloca en el dedo y con el que se engancha la cuerda del arco. Pulsando un botón se abre el disparador y la cuerda se destensa, lanzando la flecha.

Su arco se compone de estabilizadores a modo de largas varas de carbono, que llevan pesos en los extremos. Además sirven  para absorber las vibraciones que se producen en el cuerpo del arco. Cuenta con un micrómetro, y un visor de cuatro aumentos con un nivel. El precio lo vale: unos 3.000 euros. Eso sí, no todos los arcos llegan a esta cantidad. Los hay muy económicos para empezar en este deporte. También los hay más caros…

Lo que empezó como un juego
“Luismi” lleva desde hace unos seis años en el mundo del tiro con arco y hace tres que se hizo con uno de poleas. Empezó porque su tía practicaba este deporte y él quiso probar. “Al principio venía y simplemente me lo pasaba muy bien, pero luego vas ganando cosas y te picas…”, bromea. “Lo que más me gusta cuando estoy con el arco tensado y apuntando a la diana es la técnica. Soltar la flecha perfecta y ver cómo se mete es un gustazo impresionante”, comenta. Para él, la técnica y tener la sangre fría son las dos características del buen arquero. Practica seis horas el fin de semana, pues el resto de días se le hace imposible por los estudios.

Pese a que tiene el reconocimiento de deportista de élite, dice que no le flexibilizan nada su rutina para poder dedicarse más al arco y la diana. Explica que su padre le paga todo, y que la federación española no le abona el coste de los viajes a no ser que quede tercero en competición. “Quedé tercero de Europa y la federación me dio 900 euros. Es lo único que visto durante toda mi trayectoria. Mi arco cuesta dinero ¿no? Ya que estoy a un nivel una ayudita no viene mal”, sentencia.

Para finalizar, nuestro encuentro nos deleita con unos tiros a la diana. Coloca la flecha en el arco y se producen unos largos segundos de concentración. Oímos el particular sonido de flecha cortando el aire, pero antes de que siquiera reaccionemos ya está clavada en el círculo que está al otro lado de la pista.

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