Una puerta y una llave

Por Segundo Tercero Iglesias, antropólogo

El tiempo ha dejado de ser lineal, de atrás hacia adelante, no sólo porque lo diga la física cuántica, con especificaciones y experimentos concretos, ni tan siquiera porque lo digan los maestros de la narración. El tiempo ha dejado de ser, pues como decía aquel, el futuro tampoco es lo que era. Los movimientos elásticos, los desdoblamientos, los giros, las vueltas y los retornos, están siempre ahí. Hay una puerta a la espera y una llave con ganas de sentir calor. Una puerta que puede ser de madera, de cartón, de silencio, de espera, de paciencia y de acción. Puede abrirse con una mirada, con un poco de tacto, con una sonrisa, con un gesto y tal vez con una intuición o intención. Valiente, hay que ser valiente, valiente para abrirla sin saber qué puede pasar, para aceptar que las cosas siguen su ritmo al ritmo de las cosas.

Y entonces llegó el verano, en el que cada cual decide un destino y un lugar, una compañía y un paisaje, un entorno, un contexto y una canción. Pero como nada es lo que es, ni tampoco lo que no es, sino una mezcla de realidad y ficción, comienza el cuento. Se cierra una puerta y se abre otra, o mejor, se dejan entreabiertas para que se contaminen, pues ya dijimos que el tiempo ha dejado de ser, y el atrás se vuelve en adelante, el adelante en atrás y entre los dos una inmensa sucesión de puntos que no sabremos nunca la dirección. Se reconocen rostros, momentos, mañanas, atardeceres y noches, soles, lunas y estrellas.

Y entonces se configura un espacio sin dimensiones, sin referencias, donde caben las contradicciones, los opuestos y todos los puntos cardinales. Se suele dejar la armadura en el armario, el escudo y las espadas, se camina a pecho descubierto. Honestidad y sinceridad, las maletas del viajero. Pero todo final tiene su comienzo y todo comienzo su vuelta a empezar, y toca sentarse delante de la página en blanco, que como siempre le espera a uno, a contar lo que aún no sabe, lo que ha producido el viaje, pero sabiendo que sin tener nada claro algo se tiene para decir, y tal vez no sean palabras y sí una sensación una emoción y una constatación: es posible.

Y entonces qué, no sabría decir qué, pero la batalla, una vez de nuevo con armadura, escudo y espadas, debería ser no borrar lo escrito, no olvidar lo vivido, no ordenar en capítulos y carpetas, en archivos, fechas y años, hasta próximas ediciones. Y mantenerse alerta, atento, a que el discurrir cotidiano no le lleve a uno de nuevo a las calles sin salida, a las miradas traidoras, a las reacciones deshonestas, a las ausencias y a las excusas.

Y entonces extender el espacio sin espacio, el tiempo sin tiempo, y dejar por fin en el armario y para siempre la armadura, el escudo y las espadas, y que este agosto pueda ser enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre y diciembre.

Y entonces les dejo unas canciones para que no confundamos las cosas importantes de lo que es importante: http://www.myspace.com/jimmipineda

G.S.

Deja un comentario

Your email address will not be published.

*

dieciseis − 10 =