Los libros de papel pasan página

En el Día del Libro de 2010 los ejemplares electrónicos empezarán a tomar el relevo

S.C., Asturias. La industria del libro está dando los primeros pasos de una revolución quizás tan importante como la que supuso la aparición de la imprenta. El gremio de libreros cree que está ante un cambio similar al vivido por la música, con los mp3, o la telefonía con los móviles. Acaban de llegar a España los dispositivos de lectura de libros electrónicos (en inglés, Readers). Estos aparatos, de aspecto similar al de un libro tradicional, apenas pesan 300 gramos y permiten almacenar hasta 500 volúmenes. Esa es la principal ventaja de una tecnología que se encuentra en plena fase de desarrollo.

Aún muy caros, el modelo más barato cuesta 280 euros, los Readers están pensados para clavar la vista en la pantalla durante horas sin que los ojos, como ocurre con el ordenador, se resientan. La pantalla, de ocho pulgadas, no tiene luz y emplea una tinta especial que hace ágil y cómoda la lectura. La mayoría dispone de wi-fi para descargarse directamente de Internet los libros electrónicos, una operación que apenas lleva sesenta segundos.

Pocos libros en castellano
Hay decenas de portales que ofrecen gratuitamente miles de referencias. Destacan amazon.com y, en España, la web de la biblioteca nacional. “Aún hay pocos libros en castellano porque las editoriales de aquí se han dormido. En inglés ya encuentras de todo”, explica Alfredo Quirós, gerente de la Librería Cervantes de Oviedo, una de las primeras en vender Readers. En el sector están convencidos de que la penetración de esta tecnología será fulgurante hasta tal punto que algunos creen que la próxima generación ya verá ‘normal’ leer libros electrónicos.

El libro en papel no desaparecerá
“El libro en papel no va a desaparecer”, tranquiliza Quirós, pero la crisis económica actual empujará a las editoriales a acelerar la penetración de los libros electrónicos. Ahorrarán en papel, en distribución… Enfrente se encontrarán un primer problema. Los contratos con los escritores no contemplan esta nueva fórmula de difusión y las renegociaciones se antojan larguísimas, algo que podría retrasar sus intenciones. Otro problema es la sombra de la piratería. Antes de que se popularicen los Readers ya hay quien dice que las librerías tienen los días contados, igual que ocurrió hace pocos años con las tiendas de discos.

Prestaciones
Las prestaciones de los Readers son inimaginables. La imagen de los escolares cargando por una pesada mochila llena de libros tiene los días contados. Lo mismo ocurrirá con las repletas maletas de comerciales y ejecutivos y se acabó hacer hueco en la maleta para meter los cinco libros que devorarás en las vacaciones. Toca pasar página.

Óscar Delgado

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