El artista alemán en la dosis adecuada para conocer una visión de la realidad colorista y sin objetos
ÓSCAR DELGADO, Valencia. “Queríamos realizar un arte para el hombre del futuro, un hombre comprensivo, informado, que estaba por venir. En una época en la que el artista sería considerado como un profesional normal. Como un campesino o un carpintero o un arquitecto” (ideas compartidas por Imi Knoebel con su amigo Imi Giese a mediados de los 60). No sabemos si alcanzó su objetivo, desde luego el arte sigue ocupando un rincón de elites entendidas, o significa menos para la masa que un instrumento práctico, o pocos se atreven a compararlo, cuarenta años después de esa afirmación, con la labor que practican los cada vez más alejados del día a día artesanos de la vida, devorados por pautas industriales como las que puede evocar al espectador la producción de Knoebel (Dessau, 1940), que acoge la Fundación Cultural Bancaja de Valencia hasta el próximo 25 de enero de 2009.
Sustentado en acrílicos sobre aluminio, en colores vivos que introducen al visitante en dimensiones ocupadas hasta el momento del visionado por excentricidades pensadoras, la obra expuesta en la sede cultural de la caja en la capital del Turia permite conocer de cerca a un artista contemporáneo heredero. La muestra reúne obras cedidas por particulares, galerías de reconocido prestigio como la galería Caja Negra, la Fundación Helga de Alvear y la Galería Helga de Alvear de Madrid, así como obras de la colección Bancaja. El arte de Knoebel es combinatorio, es un juego de capas y angulaciones seductoras, que dan lugar a estructuras abiertas y cerradas, a desplazamientos entre lo visible y aquello que está apenas sugerido. Rellena el vacío con colores, y estos colores se expanden; cuadros dentro de los cuadros, retículas, superficies que dinamizan el monocromatismo. Impone una atmósfera de belleza absoluta, creando cuadros totalmente faltos de objetos.
Estructuras de color, optimistas a simple vista, que hacen pensar en algunas notas cromáticas recurridas por Mondrian. Aunque, según el comisario de la muestra, el crítico de arte Fernando Castro Flórez, las creaciones de Knoebel van más allá: “Es bastante complicado alcanzar lo simple. El sentido de la medida, sin perder un impulso lúdico, que encontramos en al obra de Knoebel va más allá de la geometría de Mondrian. Desde las proyecciones de luz a la acumulación de bastidores y recortes, desde los sutiles homenajes a Lucio Fontana a la evocación de la imponente y glacial belleza de Grace Kelly, encontramos siempre en Knoebel la polaridad, tal y como señala Johannes Stüttgen, entre caos y forma, solidificación y disolución. La búsqueda de la pureza que emprende este artista no es nada ascética, ni su voluntad constructiva propensa a las acumulaciones barrocas responde a un culto a lo misterioso. Si en sus piezas quedan algunas partes o colores ocultos a la visión, se trata de activar un imaginario que es tan onírico cuanto concreto”.
Oscar Delgado