La pintora asturiana Olaya Pazos muestra en Gijón su obra más actual, una visión reflexiva del mundo que nos toca vivir
REDACCIÓN, Asturias. Un arte que hunde sus raíces en el interior y que viaja desde el yo hasta el ellos, que parte de la introspección del sujeto para concluir al otro lado de la piel, en ese extraño lugar llamado mundo. ‘Ser y sentir’ es la última propuesta de Olaya Pazos (Gijón, 1978) que hasta el 17 de octubre acoge en su ciudad natal la Fundación Alvargonzález.
Mientras en ‘Bailando la vida’ (2007) los cuadros de la pintora asturiana transitaban por paisajes oníricos, en esta ocasión la obra de Olaya Pazos refleja las dudas, inquietudes y reflexiones de nuestra época. Sus protagonistas son mujeres que se desnudan ante el pincel de la artista gijonesa, que ofrece un delicioso muestrario de gestos, posturas y miradas, estableciendo un doble diálogo, textual y contextual. En el aspecto morfológico, la creadora ha utilizado el dibujo para definir a esas mujeres que sueñan, añoran y recuerdan, que sienten, en definitiva. Mujeres que destacan sobre un fondo pictórico de distintos colores, en un amplio espectro que pasa de los tonos pastel de ‘Sumergida’ a la vivísima gama de rojos y azules de ‘Instante’. A nivel contextual, el diálogo entre el mundo interior de los personajes y la percepción externa de éstos es un certero diagnóstico de la sociedad actual en la que los roles y estatus sociales están predefinidos y, en muchas ocasiones, prejuzgados desde una mirada lejana y oblicua. Y es que, a la sensibilidad y técnica ya avanzadas en sus anteriores exposiciones, Olaya Pazos ha añadido ahora su visión del mundo actual, de nuestro mundo, que se muestra en toda su amplitud en cada uno de los cuadros de esta exposición.
‘Ser y sentir’ presenta, además, a la mujer en la encrucijada de la vida moderna, en sus relaciones personales (‘Pareja’), en el corazón de la urbe (‘La espera’) o en el merecido espacio de libertad que intenta atrapar cada día (‘Brisa’).
La exposición, que recoge 15 pinturas de técnica mixta -acrílico y tinta, se completa con tres grabados en los que la línea define ese límite entre lo que sentimos y lo que somos, entre nuestro intramundo y el universo exterior al que la vida nos aboca.