bienestar emocional
La terapia debe estar siempre en contacto directo con la psicología clínica y la psiquiatría, pero los profesionales necesitan complementos de formación que les ayuden a descubrir y desarrollar su potencial humano.. Foto: MARGA FERRER

Invertir en bienestar emocional

En los últimos días está tomando cuerpo un debate sobre la idoneidad de que el Gobierno gaste una exigua partida presupuestaria en cursos de meditación para funcionarios. ¿Deberían haber invertido ese dinero en cuestiones materiales? ¿Realmente necesitan los funcionario ponerse en manos de terapeutas? Para empezar hay que decir que el debate es profundamente interesante, pero parte de una premisa errónea, pues evalúa lo oportuno de contratar terapias cuando en realidad la inversión se ha realizado en técnicas de desarrollo personal y profesional.

Habría que empezar a utilizar la palabra “terapia” de otro modo; comenzar a desligarla de cursos, formaciones o programas de desarrollo personal-profesional. La terapia debe estar siempre en contacto directo con la psicología clínica y la psiquiatría, pero los profesionales de estos campos a su vez necesitan complementos de formación que les ayuden a descubrir y desarrollar su potencial humano.

En esa línea de acción, el Gobierno de la Comunidad Valenciana –dentro de la Consejería de Sanidad y concretamente a través de la EVES– creó un plan de formación llamado ‘Humanización de la Sanidad’, en cuyo programa, desde la consultora Intelema realizamos cursos dirigidos a todo el personal sanitario: cursos de comunicación, habilidades directivas,  atención al cliente-paciente, la escucha, asertividad, el estrés, el burnout, PNL, coaching, inteligencia emocional, gestión del tiempo, negociación,  y otros muchos títulos más.

¿Fue un lastre para los asistentes al curso? ¿Una carga para las arcas de la Generalitat? Desde mi experiencia personal, he de decir que en este y en todos los cursos que hemos impartido las personas nos han agradecido los conocimientos adquiridos, han valorado la formación y el trabajo de quienes estábamos detrás de ella, y de hecho hay datos recopilados en evaluaciones que así acreditan esa percepción. Ahora quienes arremeten contra las prácticas que buscan el desarrollo humano en las organizaciones se resguardan en la etiqueta ‘pseudociencia’, una etiqueta que está arrasando con proyectos y personas demostradamente efectivas.

La información de la Cadena Ser indica que el ministerio de Sanidad, encargado de luchar contra las llamadas falsas terapias, contrató un taller de mindfulness en junio por valor de 800 euros –a través del Instituto Nacional de Gestión Sanitaria– y ahora ha dado orden para que no se vuelva a realizar. Bien, hemos de preguntarnos entonces qué quiere hacer el Gobierno por el bienestar de los empleados de la Sanidad. Las relaciones humanas son complejas y es importante dedicar algo, aunque sean “unas décimas”, como lo han llamado, a cuidar a las personas que tienen la misión de curar y salvar vidas.

En todas las organizaciones grandes –y la Sanidad es enorme– hay muchos problemas y sufrimiento derivados de dinámicas como el recurrente abuso de poder, un abuso que afecta al trabajador y repercute, finalmente, al usuario de los servicios sanitarios, normalmente en un estado de vulnerabilidad y de indefensión completo. Necesitamos velar por que todas las personas que trabajan en la sanidad estén conectadas a lo mejor de ellas mismas y que los valores esenciales de afecto, cuidado, amabilidad, se expresen desde el primer hasta el último escalafón.

Recuperemos una última vez la pregunta que da pie al debate: ¿son necesarias las formaciones en desarrollo humano dentro de las organizaciones públicas? Rotundamente sí. Cualquier curso que ayude a las personas a: descubrir algo importante sobre ellas mismas, aprender a gestionar las emociones, desarrollar la creatividad, conectar con la calma, relacionarse con los demás, usar valores como la amabilidad para con ellos mismos y con los demás, se está favoreciendo a la mejora del ser humano. Es decir, cualquier curso de este tipo es útil y necesario.

Nosotros llevamos 20 años realizando formaciones con la consultoría Intelema y, contando con que los asistentes siempre han querido que la duración de los mismos fuera mayor, podemos decir que el aprendizaje en Inteligencia Emocional es significativamente beneficioso para los empleados y los líderes de las organizaciones. De hecho hemos evaluado nuestra metodología con diferentes procesos científicos y todos han acreditado la efectividad de nuestro trabajo.

¿El coaching es una moda? Puede, pero ojalá lo sea durante mucho tiempo, porque eso significará que en las organizaciones están apostando por el desarrollo emocional de sus trabajadores. ¿Es una terapia? Nunca: es una herramienta que previene de llegar al punto en el que se requieren las verdaderas terapias.

Por Carmen Sánchez, experta en Inteligencia Emocional y CEO de la consultora Intelema

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