Si te gustan los paisajes de ensueño y los enclaves mágicos, Brujas es tu destino. Si eres de los que fantasea con lugares idílicos, sacados de cuentos, tienes que visitar las plazas de Markt y Burg. Te harán viajar a la época dorada belga en los canales, entre comerciantes y arte, donde hace mucho tiempo se producía y exportaba lana. Hoy por esos conductos navegan barcas que llevan a bordo visitantes maravillados que fotografían todo a su alcance, como hicimos nosotros.
La ciudad parece embrujada. Todo se presenta por casualidad y parece imposible no imaginar carruajes por las calles o príncipes y princesas en lo alto de los castillos. Brujas te sumerge en un mundo completamente distinto entre sus callejones empedrados y jardines bucólicos, dejando paso a uno de los conjuntos arquitectónicos de Europa más bellos. La romántica ciudad de Flandes está repleta de travesías, edificios de estilo gótico y neogótico e imágenes que te transportan en el tiempo, como cuando saboreas sus chocolates, degustas los manjares típicos de la zona como los famosos mejillones con patatas fritas, los gofres dulces o la cerveza típica local, Brugse Zot.
Bélgica es conocida por ser la patria de la cerveza y su variedad es inagotable. Tanto es así que antes de la Primera Guerra Mundial había 31 cervecerías, una de las cuales todavía se puede visitar. De Gouden Boom, actualmente instalada en la fábrica antigua de malta de T Hamerken, ha sido la cuna de muchas cervezas famosas e internacionales que han nacido allí como son la Blanche de Bruges o Brugs Tarwebier o con su aroma a lúpulo, afrutado y ligeramente ácido, la Brugge Tripel.
Tras un repaso histórico de la mano de Peter, el guía turístico, nos embarcamos en una de las lanchas con el capitán y recorrimos los canales. Desde la barca todos admiramos atónitos la arquitectura flamenca, característica por sus adornos de ladrillo rojo, las casas de fachada triangular pintadas de vivos colores y todo el paraíso que se muestra ante nosotros. Cruzamos el lago del amor o Minnewater, uno de los parajes más bellos de Brujas, aunque no muy grande resulta magnífico porque se encuentra rodeado de prados verdes, sauces y cisnes que habitan en sus aguas. Una imagen sacada de un cuento de hadas o de un cuadro de fantasía.
Lo mismo ocurre con el camino que conduce a la urbe medieval de Damme en la antigua salida al mar del Norte. Rodeado por un paisaje llano, este sendero que suele ser frecuentado por los habitantes los fines de semana te guía entre la naturaleza hasta la ciudad. Sus casas, granjas y edificios públicos de época medieval son muy atractivos, así como su Belfort (campanario), que ofrecen una vista única desde los canales.
Luego fuimos al canal Dijve, uno de los más famosos de la ciudad que a día de hoy concentra bares, restaurantes, tiendas y embarcaciones que recorren la ciudad desde el agua. En su cruce con el muelle Rozenhoedkaai se encuentra la esquina más fotografiada de Brujas y la mejor estampa, el resumen de lo que representa la metrópoli. Pero aquí no acaba el paseo porque no puedes irte sin caer en el embrujo de la enorme variedad de trufas, pralinés y bombones deliciosos que inundan las calles con su aroma dulce y cabalístico, pues Bélgica es internacionalmente conocida por este alimento y goza del prestigio de tener los mejores chocolateros. Cerca de allí se encuentra el Museo de Chocolate más grande del mundo, su mayor reclamo turístico. Y es que el olor a chocolate caliente recién elaborado se entremezcla con el de los mejillones y las patatas fritas de los pequeños establecimientos que rodean la plaza, otro manjar de la zona.
Los colores que pintan Brujas son fotogénicos de por sí y su oferta turística cultural muy amplía, como se puede apreciar en las plazas donde se muestran las más diversas expresiones artísticas. Es por ello que la visita a Brujas debe concluir en el Mark, la plaza principal que atesora el campanario de 86 metros, el corazón palpitante que dicta el ritmo de la ciudad a través de sus campanadas.
Aunque por su reducido tamaño y cercanía Brujas se ve en un día, su encanto natural hace que muchos opten por quedarse más tiempo. Pero lo cierto es que te quedes o no, seguramente te llevarás contigo una de las imágenes más hermosas de tu vida.
José Manuel García-Otero