Ámsterdam, un paraje donde perderse

Da igual la época que escojas para viajar a Ámsterdam, ya sea enero o pleno mes de agosto, como fue nuestro caso. La ciudad luce igual de preciosa y majestuosa de noche, tanto que sus canales iluminados enamoran con tan sólo mirarlos. Una imagen que no dista mucho de su apariencia por la mañana, donde la ciudad brilla con luz propia, entre llovizna o bajo el cielo soleado.

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La Venecia de los Países Bajos o más conocida por ser símbolo universal de tolerancia y libertad, es una de las ciudades con más encanto de Europa. La arquitectura característica de sus casas pintadas con colores llamativos, sus canales, puentes, bicicletas y el ambiente intercultural que se respira hacen de ella un lugar único, que atrapa a todo aquel que lo visita.

 

Pero lo mejor de Ámsterdam son sus cortas distancias. En una semana recorrimos de norte a sur la ciudad, dispuesta en forma de herradura, disfrutando de sus canales, sus paisajes, su gastronomía y su gente. Nos cautivó todo. Y es que nada más pisas tierras holandesas sientes el deseo incontrolable de subir a una bicicleta y pedalear sin parar como el resto de ciclistas, descubriendo cada rincón oculto en la ciudad. Nosotros lo hicimos el segundo día, alquilamos dos bicicletas y recorrimos las calles a pie de pedal. De casualidad llegamos al Museo de Ámsterdam, que aguarda su historia y cultura. Tan épico como necesario para conocer los comienzos de este maravilloso emplazamiento, sus costumbres y sus avances.

 

Al atardecer, decidimos perdernos por callejones recónditos, a ver dónde nos llevaban. Caminamos durante horas por las estrechas carreteras y cruzando los puentes sin ninguna dirección llegamos a Voldenpark, el parque más grande de Amsterdam. El lugar preferido para muchos holandeses y turistas que deciden desplegar las toallas en el césped, hacer un picnic, disfrutar de un paseo con los perros, en bicicleta o incluso practicar deporte al aire libre. Lo que lo ha convertido en uno de los pasajes más visitados, recibiendo más de 10 millones de personas al año.

 

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Más allá del Barrio Rojo y los Coffee Shops existen lugares dignos de ser visitados, como el barrio Jordaan, característico por sus laberintos dispuestos en callejuelas y por acoger a grandes de la música, donde a algunos de los mejores cantantes se les ha reconocido con una estatua en el canal. Un templo de arte y talento, donde los artistas han creado a lo largo de los años su oasis particular para expresar sus obras de forma libre y conectar con su público. Porque el distrito está repleto de galerías, bakeries, queserías, llenas de vida y de color. Por no hablar de las delicias gastronómicas que habitan en los food trucks que alimentan con el olor que desprenden las crepes, hamburguesas y patatas holandesas con salsas.

 

De hecho, aquí se puede encontrar infinidad de lugares donde comer, de nacionalidad de lo más diversa. Hay restaurantes indios, sirios, tailandeses, libaneses, mexicanos pero sobre todo, predominan los italianos. Un lujo para los sentidos recorrer las calles y embriagarte del aroma de sus guisos, estofados y deliciosos platos.

 

Canales

La mejor manera para conocer este emblemático distrito es atravesando sus canales. Desde el barco se puede contemplar la vivienda de Ana Frank, las famosas casas flotantes, que muchos holandeses con menos recursos económicos se construyeron a la orilla tras la Segunda Guerra Mundial. Una vez llegamos a Jordaan decidimos terminar de recorrer sus calles caminando y visitamos el Homomonument, un homenaje a todos los homosexuales que han sufrido persecuciones por su orientación sexual. Muy cerca de allí, en Prinsengracht se encuentra el Museo de Ana Frank, dedicado a la diarista y a su familia, que tuvieron que vivir en un ático en la clandestinidad durante la persecución nazi.

 

Otro lugar que no puede pasar desapercibido es el Museo Rijksmuseum. Erguido en pleno centro de Ámsterdam pone música a los canales con el sonido de sus campanas. Su planta solemne recuerda a un palacio, que en su interior atesora la colección más famosa de pinturas del Siglo de Oro holandés.

 

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Asimismo, Amsterdam tiene muy desarrollada la red de trenes y el transporte público es maravilloso porque es posible moverse en tranvía a cualquier rincón de la ciudad. Lo mismo ocurre con la estación central desde donde se pueden visitar pueblos con mucho encanto próximos a la ciudad, como Utrecht, Rotterdam, Volendam y Edam. Para los viajeros valientes la mejor alternativa es coger un tren a cualquier destino y pasar el día, como hicimos nosotros.

 

Tras una semana intensa por los laberintos holandeses comiendo todo tipo de manjares, toca volver a casa con las mejores imágenes grabadas en la retina y la certeza de que algún día volveremos.


@In_Gabarda

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