Y de la cultura ni una palabra

Se acaba la campaña política de estas elecciones casi navideñas y con claras evidencias de unos nuevos tiempos en los que las mayorías absolutas parece que se acaban y se impone el escuchar al otro. Posiblemente, cuando más de uno lea este artículo, o bien estemos de plena jornada de reflexión o votando o ya se hayan celebrado las elecciones. Pero da lo mismo cuando uno lo lea o me lea, porque no creo que mi poder de persuasión llegue a tanto que pueda modificar el voto. Ni es ni ha sido mi pretensión. Pero vayamos al grano.

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En esta campaña hemos escuchado de todo. Los candidatos se han insultado y se han descalificado entre sí, de uno en uno, de dos en dos, de cuatro en cuatro. Se ha opuesto lo nuevo a lo viejo. Se ha hablado de corrupción, de crisis económica, de recortes, de paro. Se ha hablado de reformar la  Constitución, pero sin entrar a modificar los estamentos de poder. Faltaría más.  Algunos de los partidos mayoritarios han demonizado a Cataluña una vez más.  Otros  han echado la culpa de todo al PSOE una vez más. Hemos visto debates a cuatro, debates a dos en formato de lo más casposo, contradebates a dos en postdebates de dos. Hemos escuchado a Pedro Sánchez llamar indecente a Mariano Rajoy, y a este defenderse como hombre honrado. Hemos alucinado con las opiniones de los comentaristas predicadores televisivos y radiofónicos de todo gusto y pelaje, desde las disparatadas a las extremadamente delirantes. Hemos escuchado a expertos en imagen decir con vehemencia desbaratos sobre la comunicación no verbal, el lenguaje gestual o la retórica  textual  con el único bagaje cultural de dos artículos de Wikipedia. En fin, que hemos escuchado de todo. Bueno, de casi todo, porque de lo que no hemos escuchado decir ni una palabra es de cultura.

 

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Ningún líder ha explicado cuál es su programa cultural, lo que es una prueba evidente de que la cultura no les importa lo más mínimo. No digo bledo, porque sería importarles algo. No digo un huevo, porque sería que les importa mucho. Nada. No les importa nada. Ni por la dignidad de la acelga, la berza o la tortilla de patatas. Nada. En definitiva, los políticos y sus discursos son reflejo del país en el que viven e interactúan.  Nos guste o no, vivimos en un país en el que importa más la cocina que la cultura. A  las pruebas me remito con tanto Masterchef y todas sus secuelas. Seguimos en el universo de Carpanta.  Y que nadie me hablé de cultura gastronómica con este tipo de formatos televisivos que incurrirá en la más supina de las necedades. No lo diré muy alto, porque parece ser que la necedad ya ha dejado de ser un síntoma de la debilidad humana para convertirse en un grado de sabiduría. Esto parece que ya lo decían los humanistas a principios del siglo XVI. Y aquí seguimos.

 

¿Qué piensan hacer PP, PSOE, C’s o Podemos en cultura? Nombro a estos partidos, porque son los que más posibilidades tienen de tocar bola. ¿Tienen diseñadas políticas culturales? Y digo políticas que no programas. Me ido a sus webs respectivas a buscar los programas electorales y me ha resultado todo bastante desalentador. Cuatro generalidades y punto pelota. Políticas culturales o algo que se les parezca más bien nada. ¿Quiere decir que los partidos políticos no se han enterado que el sector cultural ocupa el cuarto puesto en la aportación al PIB en nuestro  país? Pues parece que no.

 

Y acabo con palabras de Unamuno: “solo el que sabe es libre, y más libre el que no sabe…. Solo la cultura da libertad… No proclaméis  la libertad de volar, sino dad alas; no la de pensar, sino dad pensamiento. La libertad que hay que dar al pueblo es la cultura”.

 

No digo más, que me pongo de mala leche.  Pero lo dicho ¿Algún político nos dará alas culturales más allá del Redbull?


@manologild

Ana Bellido

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