Refugiados y parados

La terrible guerra de Siria ha ocasionado un enorme flujo de desplazados: cuatro millones de personas huyendo de la muerte y tratando de buscar un lugar donde las alas de una paloma no se llenen de plomo y no le corten la cabeza a una persona por el mero hecho de pensar distinto.

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Cientos de miles de esas personas han buscado el océano azulado de Europa sembrando historias que reflejan la composición moral del ser humano. Actos de lealtad, de amor, de fidelidad, de generosidad… También actos de odio. El camino hasta el edén azul europeo es dramático. La foto del niño, casi un bebé, ahogado y bocabajo en la orilla del mar turco, ha conmovido al mundo, en especial al mundo “civilizado”, que soltó la cuchara y el tenedor y se percató que existe la gente que sufre y la tragedia se ceba con los niños. De repente, nos hemos vuelto humanos.

 

En medio de la conmoción, el sanedrín europeo comenzó a repartir cartas solidarias entre los asociados. Los políticos se movieron por el empuje de la ciudadanía. Los ayuntamientos de las grandes ciudades de nuestro país abrieron como nunca la mano. En el gobierno, como siempre, España fue la última de la fila.

 

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Pero ya estamos montados en el carro. Ya somos más solidarios que nadie. Casi émulos de la Madre Teresa. Un refugiado es nuestro hermano y eso está muy bien. Hay que ayudar a los que sufren, eso está perfecto. A partir de ahora los políticos se harán la foto con un perseguido de Siria y mucho mejor si sale toda la familia.

 

Pero en España seguimos con un gran déficit social, los comedores gratuitos amenazan con reventar y el cargamento de paro es tan grande que nos asfixia. Del problema se olvidan, incluso, los medios de comunicación, que ya no ven gran interés en las más de cinco millones de personas que siguen en la cola del paro, y eso que también son hermanos nuestros. Pero ya no salen en la foto. Es mucho más rentable, políticamente hablando, ofrecer casa, comida y trabajo a un refugiado. Un parado ya no es noticia.


@butacondelgarci

Foto: Carmen Vela

Marcos García Martí

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