Nothomb lejos de Nothomb

Por David Barreiro, escritor y periodista

Decía el personaje de Woody Allen en Desmontando a Harry (aquel tipo que una mañana se levantó desenfocado) que la comedia no es más que el resultado de una adición: tragedia + tiempo. Creo que el (venido a menos) genio neoyorquino se refería en realidad con el segundo sumando a la distancia, al espacio (ya sea cronológico o geográfico) que separa un determinado suceso trágico del que lo cuenta.

Partiendo de esta premisa, llegamos a la conclusión de que el humor no es más que un punto de vista distanciado de una realidad que, sea cual sea su naturaleza, es sometida a un filtro por parte del escritor cuya separación del hecho contado le permite abordarlo sin las limitaciones que emanan del apego o la inmediatez.

Así pues, ¿cómo es posible escribir con humor sobre uno mismo? No es fácil. Son pocos los escritores que han conseguido ironizar con éxito sobre los problemas que les atañen, inccumben y afectan, sobre su propia vida.

Amélie Nothomb se ríe de si misma, de su propio personaje, en cada nuevo libro. Estupor y temblores, Biografía del hambre o Metafísica de los tubos son novelas en las que la escritora belga reflexiona en clave de humor de temas que no tienen ni puñetera gracia como la anorexia, la soledad o el desamor. Se va muy lejos de sí misma Nothomb para contarnos su propia vida como si nos hablara en realidad de una mujer desconocida.

El humor no es literatura, pero la literatura sin humor es el musgo seco que queda abandonado en el Belén cuando ya todo el turrón es duro y ni siquiera una cucharilla puede manener el gas en un botella de champán carente de vida.

Óscar Delgado

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