Mi corrupta conciencia

Por Marga Ferrer, fotógrafa de prensa

Y no vivo exenta. No es mi lucha, quizá sí. Pero, ¡da igual! No me costó dinero.

“No sé lo que te dije, pero de todos modos, te pido disculpas”.

“Voy a estudiar, todavía no he decidido qué, pero quiero ser alguien en la vida”.

“No tengo tiempo para quedar, lo siento, otro día será, llámame”.

“Ha sido culpa mía, iba pensando en mis cosas, pero no te preocupes, tengo seguro a todo riesgo, arreglan el tuyo y el mío”.

“No tengo dinero, me lo gasté todo en mi viaje, di la vuelta al mundo, tío, una pasada… ¿me invitas al café?”.

“No tengo dinero, me acabo de comprar el BMW, no veas como tira… joder, qué caro tienen aquí el café”.

“No tengo dinero, mi letra del chalé es muy elevada, estoy asfixiado… Otro día te invito a un café”.

“Pobrecit@, no tiene dinero”.

“No tengo tiempo, ahora no puedo, no tengo tiempo, no tengo tiempo”.

“Me voy de rebajas, sólo tengo 600 euros, no sé si me llega…”.

“He decidido no enamorarme, así es más fácil”.

Embutidos en una segunda piel, asfixiados ganando y gastando dinero, falsos ricos de primera, segunda y tercera fila, secos de alma, corazón y cerebro. Estrategas del valioso estatus social, corruptos de conciencia.

Sin dinero, sin amor, sin tiempo.
“Lo tengo todo, soy feliz.”

A.V.

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