Golpes de realidad

Corren tiempos difíciles para todos y, prueba de ello, a pesar de los esfuerzos llevados a cabo por el director, las cuentas no cierran en el periódico de provincias de Peláez. Por esa razón, el jefe se ha planteado hasta vender el hígado de su redactor.

[Img #15966]
Sin embargo, el viernes esviernes en todas partes y Peláez lo recibió tarareando un tema de Australian Blonde que para su jefe noera más que un chupeteo infame. Pasó el fin de semana en el más absolutosilencio y el lunes amaneció con un golpe de realidad que se extendería alresto de la semana: la presión de los acreedores, la dimisión de EsperanzaAguirre y el fallecimiento de Santiago Carrillo protagonizaron lasconversaciones (de besugos) entre Peláez y su jefe y que siga.

 

Jueves, 13 de septiembre

 

– ¿Qué está haciendo, jefe? ¿Por qué bufa?
– Las cuentas no cierran Peláez, parecen la cremallera de mis pantalones.
– ¿Y qué podemos hacer?
– ¿Verdaderamente necesita una mesa?
– Sí, jefe, escribir en el suelo me destrozaría la espalda.
– Ya… es que la madera se paga bien…
– Eso es innegociable, jefe, sin mesa dimito.
– Antes de que dimita le echo.

– Antes de que me eche me voy.
– Antes de que se vaya le empujo.
– Antes de que me empuje me largo.
– Bueno pare ya.
– De acuerdo.
– Usted no bebe, ¿verdad, Peláez?
– No, jefe, solo en ocasiones especiales.
– Quizás podríamos vender su hígado…
– ¿Mí hígado? Ni loco, jefe.
– Es que el mío está hecho una boñiga, Peláez, por la genética.
– No es por la genética, jefe, es por la ginebra.
– Esa es su teoría.
– Pero si le echa gotas hasta a la paella…
– Se lo vi hacer a Ferrán Adriá en un documental de La2.
– Ya, será por eso. En fin, mi hígado no se lo doy.
– Está bien, Peláez, buscaremos otra solución. Siempre hay una salida. Ahorapóngase a trabajar, yo voy a echar un trago.
– Así empeorará su hígado, jefe.
– Puede ser, pero mejorará todo lo demás.

 

 

Viernes, 14 de septiembre

 

– Chup chup churup chup chup chup chup chuuup…
– ¿Qué tararea, Peláez?
– Un tema del Xixon Sound, jefe.
– ¿Xin Xon Xan? ¿Una banda china? ¡No será usted comunista, Peláez!
– No, jefe, Sonido Gijón, de los noventa.
– Ummm… sonido Gijón, sonido Gijón… de los noventa… ¿los hornos de lasiderurgia?
– No.
– ¿El bullicio de la tribuna de El Molinón?

– Tampoco.
– ¿El repiqueteo de la lluvia?
– Frío, frío…
– A ver, a ver… ¿el rumor del puto mar?
– ¡Que no!
– ¡Me rindo, coño!
– Es una canción, jefe, ¡música!
– ¿Música? ¿Ese chupeteo?
– Sí, ese chupeteo…
– Qué asquete, Peláez. No pienso comprar ese disco jamás.
– Bájeselo, jefe.
– ¿Lo tiene en la buhardilla?
– No puedo con usted…
– Obviamente. No tiene usted media hostia ¡hu ha!

 

 

Lunes, 17 de septiembre

 

– ¿Qué hace, jefe? ¿Por qué palpa la pared?
– Busco una salida, Peláez.
– ¿Y por qué no enciende la luz?
– La han cortado.
– ¿Por qué no sale por la puerta?
– Porque me verían.
– ¿Quiénes?
– Los acreedores, Peláez, quién va a ser…

– ¿Dónde están, jefe?
– ¿Ha visto los autobuses ahí afuera, en la plaza?
– Sí.
– Digamos que no son turistas.
– Leñe, jefe, ¿qué podemos hacer?
– Lo mejor es que vaya usted a apaciguarlos, Peláez.
– Me despellejarán, jefe.
– Gánese el sueldo, hombre.
– No me paga.
– Le prometo que si me saca de esta las cosas cambiarán.
– ¿A mejor?
– ¡Ya estamos! ¡Deje ya de pedir y sálveme el cuello!
– Está bien, jefe, hablaré con ellos.
– Dios se lo pague, Peláez, nunca mejor dicho porque yo no tengo un céntimo.
– Haré lo que sea por este periódico, jefe.
– Pues antes de salir póngame una copita de whisky.
– ¿Para olvidar, jefe?
– No, para emborracharme. Yo no quiero olvidar nada, Perrónez.
– Peláez.
– ¿Qué desea?
– Pufffffff..

 

 

Martes, 18 de septiembre

 

– ¿Qué hostias pasa, Peláez?
– Nada, jefe, ¿por qué?
– ¿Cómo que por qué? ¿En este periódico ya no se desayuna?
– Estoy escribiendo, jefe, no tengo tiempo.
– No se puede escribir con el estómago vacío, hombre, moje un sobao, carajo.
– Lo siento, es imposible.
– ¿Y se puede saber de qué escribe, anacoreta de las pelotas?
– De Esperanza, jefe.

– ¿Esperanza? ¡Ja! Ya no queda esperanza Peláez, déjelo, escomo escribir de dinosaurios.
– No, hombre. La presidenta de la comunidad de Madrid.
– ¿Qué le pasa?
– Que deja la política después de 30 años.
– No me joda.
– Sí, jefe.
– ¿Y qué va a hacer?
– Cuidar a los nietos.
– Uf… pobre.
– ¿Pobre?
– Sí, va a ser muy duro ponerse a trabajar después de tres décadas tocándose labarriga.
– Visto así…
– No hay otra forma de verlo, Peláez, ande, venga aquí, comparto micampurriana.
– Está rica, jefe.
– ¿Sí, verdad? He pensado que podíamos darlas con el periódico.
– No funcionará, jefe. Ya fracasó una vez.
– ¡No me diga!
– Sí, La Razón dio croissants durante una temporada.
– ¿La Razón?
– Ajá.
– Pero esto es un periódico no… eso.
– Ya, en eso tiene razón.
– ¡Ñam!
– ¡Ñam!

 

 

Miércoles, 19 de septiembre

 

– ¡¡¡Peláezzzzzzzzzzzzzzzzz!!!
– ¿Qué desea, jefe?
– Acabo de leer que se ha muerto Santiago Carrillo.
– En efecto.
– ¿Por qué nadie me avisó?
– Fue ayer por la tarde, jefe.
– ¿Y qué?
– Estaba en su… tertulia

– ¿Mi tertulia? ¿Participo en una tertulia literaria? ¿ComoUnamuno, como Ortega, como Gasset?
– Ortega y Gasset era uno solo, jefe.
– No me corrija, carajo. ¿Y en qué tertulia estoy?
– Bueno, llamamos así a su partida de mus en el bareto de la esquina…
– ¡Ah! Haberlo dicho antes… ¡Envido!
– Ya se terminó la partida, jefe, ahora está aquí en su despacho…
– ¡No me líe, cenutrio!
– Disculpe… En fin, jefe, voy a seguir escribiendo sobre la figura de Carrillo.
– ¿No puede escribir en el ordenador? ¿No funciona?
– Me refiero a que escribiré acerca de él.
– ¿Y de qué va a hablar?
– De su papel en la transición.
– ¿Su papel? ¿Era actor?
– No, jefe.
– ¿A qué se dedicaba? Su nombre me suena…
– Era político, jefe, dirigió el partido comunista.
– ¡Leñe! ¿Cómo puede ser que lo haya olvidado?
– Conoció usted a mucha gente, jefe.
– Pero nunca olvido una cara, a ver enséñeme una foto.
– Aquí está, mire.
– Solo veo humo, Peláez.
– Está detrás, jefe, fíjese bien.
– Me quiere sonar…
– Seguro que coincidió con él en la transición.
– ¿Qué transición?
– La de la dictadura a la democracia.
– Ehhh… eso también me suena… ¿me refresca la memoria?
– Está bien se lo contaré.
– No, hijo, que me refresque la memoria con un whisky cola, no me cuentebatallitas…

 

 

 

Los cables de las conversaciones que mantiene Peláez con su jefe (#Pelaezleaks) en la redacción de un periódico de provincias los puedes encontrar a diario en la página oficial en Facebook de 360gradospress.


La foto es de Marga Ferrer

Laura Bellver

Tags:

Deja un comentario

Your email address will not be published.

*

quince + veinte =

Lo último en "Giros"

pérdida

Pérdida

La ausencia de alguien que quieres es un dolor que quema tan
Subir