Estás equivocado si piensas por un instante que tu vida es una balsa de aceite y nada puede transgredir esa paz que respiran tus pulmones. Mañana puede ser todo diferente. Quizás dentro de un momento tu vida ya no será la misma. Eres un juguete que se mueve al capricho del viento.
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Porque el viento no es igual en cada parte y siempre nos traiciona.
Un día vas corriendo y no verás nada más porque un disparo apagó tu luz para siempre.
En nombre de alguien que no conoces te cortan el paso y dejan que la sangre diga lo demás aunque no sepas nada.
Eres un número, una sombra pasajera, una palabra que quiso escapar de la corriente y se perdió en un mar de brazos.
Tienes un nombre y unos zapatos, quizás un techo donde vuelves cada noche; quizás poseas unas manos prestadas que te acercan a un corazón caliente pero no sabes decir nada más a la espera de otro tren que pueda llevarte tan lejos que nadie te conozca y seas otro nombre.
Eres un grano de arena que habita en una gigantesca duna, demasiado pequeño para que tu conciencia rompa la luz, tan insignificante como un pez en medio de la tormenta y, sin embargo, por ley tienes derecho a una puesta de sol y a una sonrisa.
![[Img #21920]](http://www.360gradospress.com/upload/img/periodico/img_21920.jpg)
Tu vida vale igual que el vuelo frágil de un gorrión pero tu codicia ordena cada paso que das y, pese a todo, la suerte te sonríe porque tu camino nunca es solitario; en medio de este océano de brumas, la generosidad se pudre en las cunetas y la solidaridad solo es un punto más del horizonte.
Naces ahora y apenas aprendiste nada. No quieres saber el nombre del amigo y la calle que te alberga, te gusta caminar solo entre una turba de hombres que ignoran que los hombres existen. Los sueños no han llegado todavía, ni las almas, ni el paraíso que ellos prometieron. Seguimos esperando ese minuto que nos cambie el rumbo y no tema que el silencio lo rompa.
Foto: Carmen Vela
Manolo Gil
