Restauración por un bien común

No son leyendas ni fábulas, son establecimientos que empiezan a aflorar con una filosofía clara y una forma atípica de organización, cocina y servicio. Restaurantes liderados por personas que abogan por un proyecto social y promueven la alimentación saludable. En los últimos años varias ciudades europeas se han sumado a este movimiento reivindicativo y ofrecen un menú a base de lo que se denomina “cocina de reciclaje”, donde la creatividad no es una opción, además de platos sin precio, donde el cliente tiene la potestad para decidir cuál es el mismo según su experiencia.

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En el año 2013 abrió el primer restaurante de Europa, concretamente en Copenhague, que decidió llevar a cabo esta misión. Fue pionero en elaborar menús con el fin de reducir el desperdicio alimentario y hacer un bien social. Pero con los años son muchos los negocios que han adoptado la misma filosofía del consumo responsable, como la ciudad neoyorquina que acogió en el 2015 un restaurante que dio vida a un proyecto de caracter social de este tipo, con la colaboración de más de una decena de chefs cuyo propósito era cocinar con subproductos del sistema alimentario.

 

En Londres, la mayor área urbana de Gran Bretaña, se encuentra una cadena de restaurantes bajo el nombre The Real Junk Food Project, cuyo propósito es el de alimentar a todo el mundo. Una idea firme de su fundador Adam Smith, que para hacerla realidad recuperó la comida que se desperdiciaba para elaborar platos que, sin estar caducados ni en mal estado, no tenían ni tienen la apariencia de un anuncio. Así, son los clientes quienes deciden cuánto hay que pagar en función de su experiencia personal. El movimiento inspiró a 110 cafés más que se unieron al movimiento. 

 

Una iniciativa impulsada por cocineros, agricultores, ecologistas, cooperativas, comercios y tiendas locales, vegetarianos y personas comprometidas con el bienestar social que pretenden contribuir a mejorar las condiciones alimentarias de la sociedad, ofreciendo una alternativa asequible para cualquier bolsillo. En 360 Grados Press hemos contactado con un local ubicado en España, La Mandrágora, donde solamente se paga la voluntad.

 

Situado en pleno corazón de la ciudad de Valencia, en el barrio del Carmen, se trata de un espacio humilde, apreciable en su decoración e instalaciones, ya que no ostenta grandes lujos. Su encanto se esconde detrás de la historia que albergan los fogones de su cocina, dado que este espacio promueve la gastronomía como alternativa al maltrato animal, además de servir como punto inicial de aprendizaje para algunos cocineros amateur.

 

El local está fuertemente arraigado a la cultura, y por ello organiza charlas para debatir y compartir opiniones. Y es que en este modesto lugar habita una historia política, “una alternativa al sistema implantado en la sociedad”, explica Jordi, uno de los cocineros.

 

“Somos seis jóvenes, concienciados con el maltrato animal, que hemos querido mantener vivo este proyecto que ha ido pasando de amigos a amigas y colectivo a colectivo, hasta día de hoy”. Su objetivo es derribar el mito de que la comida vegana o vegetariana es un lujo y demostrar que se puede comer sano sin necesidad de ingerir alimentos que procedan de los animales, sin renunciar al placer del sabor.

 

Para lograrlo cocinan platos elaborados, que suponen auténticos manjares con la premisa de que sean los propios clientes los que valoren el precio del plato y paguen lo que consideren oportuno. Así lo explica Jordi, quien añade que desde hace 5 años han instaurado esa nueva filosofía, con la que pretenden fomentar el valor del trabajo que llevan haciendo desde hace tiempo.

 

Así pues, la Mandrágora ha visto pasar diversidad de gente, desde veganos y vegetarianos que acuden a disfrutar de un sitio donde sentirse cómodos, personas que incitadas por la curiosidad han ido a probar la variedad de sabores y gustos de cereales, verduras y frutas que ofrecen, hasta otro tipo de personalidad más crítica, “que busca esa tercera vía que ofrece este espacio con productos ecológicos“, concluye Jordi, refiriéndose al tipo de clientela que tienen habitualmente.


@InGabarda

Inma Gabarda

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