Si la gastronomía vive un momento álgido, las furgonetas de comida callejera quieren llevarla allí donde estés. Todo un movimiento que crece sin parar en España
Las furgonetas de comida callejera han existido desde hace muchísimos años en todo el continente americano. Pero fue en 2009 cuando desde California comenzó a extenderse la iniciativa de cuidar esa gastronomía ofrecida en plena calle y abandonar las hamburguesas o los perritos calientes.
Esa mentalidad, junto con las ganas de innovar que siempre llevan en las venas los emprendedores, ha contagiado el movimiento de los foodtrucks en España. “Hubo algunos emprendedores pioneros en todo esto, como el cocinero Koldo Royo, que fue de los primeros en lanzarse a la aventura de cocinar sobre ruedas. Pero el boom explota a partir de 2014. Los jóvenes cocineros que salen bien formados de las escuelas quieren dar a conocer su cocina pero la crisis y los elevados precios de montar un restaurante les impiden plantearse esta opción. La alternativa del foodtruck es una buena manera -para estos emprendedores hosteleros- de comenzar un negocio“. Nos lo cuenta Rosanna Carceller, autora del libro Foodtrucks. Cocina sobre ruedas.
Además, se les está asociando a la cocina de autor, a la alta gastronomía. “Hay de todo, como también en la restauración tradicional y fija. Pero sí, hay unos cuantos foodtrucks que están haciendo muy buena cocina ambulante. Pienso en Awita Taberna, en Caravan Made, en L’Agosarada, en Gela’t o también en Chuka, La Pickup, Chifa, Alabaster“.
“Si no es alta cocina, no es foodtruck”
Hay quien va más allá en el concepto de foodtruck y lo une de forma imprescindible a gastronomía cuidada. Kim Hervet, portavoz de la plataforma Siga el Foodtruck: “Por ejemplo, nosotros llevamos el foodtruck TriskAn. Yo soy la única maestra crepera de España. Hay muchísimos estands o foodtrucks de crêpes pero no existe ninguno de crêpes bretonas (origen de las crêpes). Los chefs que, como yo, hemos decidido abrir un foodtruck sabemos que hoy en día no es un negocio barato, es una total inversión. Abrir un foodtruck, de verdad, con normas y cocina adaptada, vale entre 30.000 y 60.000 euros. Si no es alta cocina, no es foodtruck. Estaríamos hablando de la venta ambulante de hace años. Un foodtruck debe tener una especialidad, con productos frescos, cocinados, de calidad y una relación calidad-precio muy buena“.
Siendo tan populares extraña que todavía cueste verlos, que si quieres conocerlos tenga que ser el usuario quien busque eventos o festivales donde estén. ¿Qué impide que estas furgonetas de comida callejera estén por todas partes? Rosanna lo tiene claro, el obstáculo es la legislación. “Los ayuntamientos tienen la competencia de darles o no licencia. Y en la mayoría de medianas y grandes ciudades no se permite la venta de comida ambulante si no es en eventos, ferias y mercados. Esto limita mucho la actividad de los foodtrucks. Hay que buscar alternativas interesantes para todas las partes (ciudadanía, foodtrucks y también las arcas municipales) como se está haciendo en Vitoria, Málaga o Sevilla. Allí se están dando licencias para que se establezcan los camiones en determinados puntos de la ciudad sin demasiada oferta gastronómica. Así se dinamizan zonas y se da lugar a más actividad económica. París es también un ejemplo a seguir en este sentido“.
La normativa, un obstáculo
“La ley y el conocimiento“. Kim incide en que los foodtrucks son una necesidad porque la gente necesita comida y de calidad, y hay muchas zonas con poca presencia gastronómica. Además la ignorancia sobre este movimiento también influye. “Los restaurantes se quejan de los foodtrucks porque no los conocen. Tienen miedo de lo que es nuevo y lo podemos entender. Cuando hablas con los responsables de restaurantes ves que creen que un foodtruck va a colocarse delante de su establecimiento y va a vender, sin pagar nada. Un foodtruck puede pagar hasta 1.500 euros a la semana para un evento (solo el precio de la ubicación). Claro que no se puede colocar un foodtruck en frente de un restaurante pero tiene el mismo derecho que un restaurante a estar en la ciudad. Un foodtruck paga sus impuestos y vende productos de mejor calidad que algunos restaurantes. Hay de todo en todo tipo de negocio. La clientela del foodtruck quiere comer rápido, de calidad y de pie. Si queremos ir al restaurante para sentarnos y disfrutar sin prisa, vamos al restaurante“.
Le preguntamos a Rosanna que nos aconseje qué hacer si queremos conocer este movimiento y disfrutar de su oferta gastronómica: “Recomiendo visitar los eventos fuera de las horas punta. Es decir, si van a comer, que lleguen a la una del mediodía, no a las dos y media que es cuando se forman muchas colas. Si van a cenar, las ocho de la tarde es un buen momento. También espíritu curioso: probar muchos bocados diferentes, investigar qué es lo que más éxito tiene en una convocatoria y mente abierta… Recomiendo informarse, antes de acudir a una cita, de los foodtrucks que habrá para indagar un poco y localizar el más apetecible o el que tiene un proyecto más interesante detrás“. Así lo haremos. Entre bocado y bocado, nos vemos en la calle.
José Manuel García-Otero