Los mejores datos de los últimos cinco años. Esto mismo anuncia el Instituto Nacional de Estadística (INE) en las cifras que ha publicado recientemente acerca del mercado inmobiliario, el cual presentó un incremento del 13,7% en septiembre de 2014 en comparación con dicho periodo en 2013. Eso sí, la buena trayectoria interanual viene dada en gran medida por la compraventa de viviendas de segunda mano, en las que se registraron más de 18.000 transacciones. De hecho, sólo uno de cada tres inmuebles vendidos eran nuevos, presentando una caída del 15,5%.
Sin duda, la crisis económica ha modificado los usos en el ámbito inmobiliario. No sólo ha cambiado el rasero con que se miden los precios aquellas cifras que hace años se concebían como normales ahora suenan desorbitadas, de ahí que este aspecto continúe con un proceso de ajuste a la baja , sino también la forma de adquisición de las viviendas. Por ejemplo, el alquiler apenas se contemplaba como opción antes, pero en la actualidad es la vía de acceso de muchos españoles a un inmueble propio. Sin embargo, España sigue a la cola de la Eurozona, porque mientras el 38% del parque residencial europeo está en alquiler, el porcentaje se reduce al 17% en nuestro país.
Pero parece ser que lo que antes representaba datos residuales, ya que la tradición adquisitiva era mayor, ahora va aumentando y cogiendo fuerza, en parte por la falta de confianza en los bancos, que reducen el coto de concesión de préstamos e hipotecas por, cada día, más razones. En 2013 únicamente el 18% de los ciudadanos nacionales se fiaba de las instituciones financieras del Estado, cifra que convertía a España en el cuarto país, azotado por la crisis, más receloso de interactuar económicamente con los bancos, tan solo por detrás de Grecia, Islandia e Irlanda.
Con todo, grandes firmas tecnológicas han cogido el testigo de estas entidades en punto muerto crediticio para desarrollar líneas de préstamo alternativas. Bitcoin o Kantox, empresas de peso como Google, Apple o Alibaba y “startups” de diferentes países como Square, Lending Club, Simple o SumUpn utilizan, unas, fuentes de financiación alienas a las enraizadas bancarias y, otras, métodos de pago que se alejan de la clásica tarjeta de crédito. Dos ejemplos son el “crowdlending” préstamo entre particulares y empresas como los minicréditos de entidades financieras como los préstamos rápidos de Cashper.es o los créditos online de Préstamo10, u opciones como en el “crowdfunding” financiación colectiva de la plataforma web Arboribus.
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