Esta semana 360 Grados Press recorre, a vista de microscopio, las maravillas que esconde la naturaleza combinadas con un arte en miniatura con la que confluye en armonía para enseñarnos a respetar y a amar el mundo que nos rodea
Si ya pudo requerir un arduo trabajo de técnica, creatividad y sensibilidad lograr plasmar sobre el lienzo obras tan reconocidas como Los fusilamientos del 3 de mayo, de Goya, Las meninas, de Velázquez, o Las tres gracias, de Rubens, ¿os imagináis conseguir esto mismo sobre un grano de arroz o una semilla vegetal o dentro de una pequeña flor?
Hay un artista que lo hizo y que, de hecho, fue pionero en la materia. El murciano Manuel Ussá se convirtió décadas atrás en el principal exponente de la escultura en minúsculas dimensiones. Tan diminutas, que son solo perceptibles por el ojo humano a través de una lupa o, incluso, de un microscopio.
Un artista considerado un humanista ecológico, un renacentista moderno con una relación muy estrecha con la naturaleza que nos rodea, que le fascina desde que de pequeño pasaba noches al raso observando el firmamento cuajado de estrellas junto a los pastores que cuidaban los rebaños de su abuelo. Allí se sentía tan minúsculo en comparación con el universo como le podía suceder a una pulga o a una mosca al recorrer nuestro planeta, lo que le produjo un deslumbramiento que generó su intensa vocación artística.
Hoy, con 86 años, Ussá vive casi aislado en su peculiar casa de las montañas de la localidad alicantina de Guadalest, donde continúa con una producción creativa incansable que comenzó con tan solo cinco años y que desarrolló profesionalmente a partir de los 14 años, cuando aprendió la escultura de imaginería y durante siete años elaboró más de 50 pasos de Semana Santa y otras figuras religiosas.
Un trabajo que le sirvió de formación para sus posteriores creaciones en cerámica, bronce y piedra, sus figuras y bustos realistas y abstractos y hasta su escultura arquitectónica naturista, con la que ha decorado de manera interesante casas particulares como la suya propia.
Su gran pasión por los seres vivos y los elementos de la naturaleza en miniatura que recubren el planeta y su minucioso estudio sobre todo ello enfocado desde el mundo del arte y su conexión con las personas le han llevado a destacar por una micro escultura que actualmente expone tanto en su pueblo de residencia desde 1984 como en Jersey (Islas del Canal), Inglaterra, Toledo, Alicante y Málaga.
Ha diseñado desde una hormiga tocando el violín sobre un cuarzo rosa, una mujer desnuda modelada en la línea espiral de un fósil o unos amantes sobre el caparazón dorado de un insecto hasta un hombre verde surgiendo de una semilla vegetal, un labrador abriendo surcos sobre la pluma de un gorrión o una avispa con otra igual, pero a pequeña escala, sobre una de sus patas en una caracola.
Con una sensibilidad poética con la que va al encuentro de las formas puras y fascinantes de nuestro alrededor. Obras de arte escondidas en objetos más grandes como hojas de árboles o tizas hasta semillas, moscas, mosquitos, escarabajos o plumas, que solo pueden contemplarse con lupa, e, incluso, partículas de polen, ojos de aguja o pelos, visibles únicamente mediante un telescopio.
De hecho, estos instrumentos, y muchos otros que construyó él mismo para lograr su ardua empresa, fueron sus propios ojos a la hora de crear sus obras, controlando su respiración y modelando ente latido y latido de su corazón para no destruir su trabajo.
De esta manera, consigue mostrarnos su (nuestro) mundo, lleno de partículas invisibles de tierra, agua y aire, un concepto visual diferente del tamaño, invirtiendo sus proporciones, gracias al que nos ayuda a abrir los ojos a tanta verdad y belleza escondidas a nuestro alrededor.
Unas obras con las que el artista trata de visibilizar un respecto profundo hacia todos los seres de la creación, incluidos nosotros mismos, y un amor enorme hacia la vida. Una manera lúcida y entrañable de interpretar la realidad de manera ecológica, sin pretender nunca el dominio del hombre sobre la naturaleza, sino “establecer lazos equilibrados con ella, en los que cada cosa encuentre su propio lugar, su necesaria razón de ser“, como Ussá ha afirmado, para que nosotros también aprendamos a valorar la infinita pluralidad de las cosas. Un mundo oculto al alcance de nuestros dedos.
David Casas