Sucede a veces que los personajes ayudan a configurar una idea del intérprete que no siempre se cumple en la realidad. Muchos piensan en Ginés García Millán como una persona muy seria, pero su afabilidad es lo que más destaca en las distancias cortas. Actualmente, recorre España de tablas en tablas con la obra ‘Jugadores’. Así, aprovecha la presentación en cada ciudad para pronunciarse en defensa del patrimonio teatral y del cuidado de la cultura. En 360 Grados Press le hemos invitado a hacer un alto en el camino para hablar un rato de eso y más.
Has comentado en varias ocasiones que tu infancia en el hotel que regentaba tu familia en Puerto Lumbreras (Murcia) tuvo que ver con tu decisión de ser actor. ¿En qué sentido concretamente?
El hotel de mi familia era como una ventana abierta al mundo. Por allí pasaban todo tipo de personajes. Vi a personas reír y llorar, cosas hermosas y trágicas. Me llamaba mucho la atención la gente que venía de fuera, los primeros turistas extranjeros procedentes de Francia o Alemania que vestían y que hablaban diferente. Me gustaba mucho observar cómo se comportaban y oír qué contaban. Eso fue muy importante para mí en el sentido de querer salir de mi pueblo y ver otro mundo.
De tu pasado también destaca una etapa como prometedor portero de fútbol. ¿Hay alguna lección del deporte que hayas extrapolado a la interpretación?
El fútbol es un deporte de equipo: no se consigue nada si juegas para ti solo. Yo siempre pongo el símil futbolístico de que para ganar un partido hay que hacerlo entre varios y todos jugando a lo mismo. Esto tiene mucho que ver con, por ejemplo, el teatro, pues pasa lo mismo.
Hablando de lecciones, ¿con qué te quedas de ese primer rodaje durante un par de años por Sudamérica junto a Paco Rabal?
Terminar en la escuela de teatro y que me llamasen enseguida para hacer una serie así en Televisión Española rodando con Benito Rabal y trabajando con su padre fue un regalo inmenso. Y le debo muchísimo, porque hay que cosas que vi y gente que conocí en esa tierra maravillosa que es Sudamérica que estarán en mí siempre. Mantengo las tablas que adquirí de aquel tiempo, que son muy importantes.
Eres uno de esos actores que compagina bastante televisión con bastante teatro. ¿Es complicado gestionar esta dinámica o es más fácil que dedicar periodos concretos a un solo ámbito?
La vida me ha llevado a ello y me siento muy afortunado por poder hacerlo. Me parece enriquecedor. Igual que en otros trabajos, podría decirse que la esencia siempre es la misma, pero las técnicas son diferentes, así que poder conocerlas todas e intercalarlas es estupendo, porque vas creciendo como actor y como persona. Eso sí, intento hacer proyectos que me interesen, independientemente de si son en cine, teatro o televisión.
Entonces, ¿hasta qué punto te gustaría la estabilidad que, por ejemplo, da una serie de varias temporadas?
Evidentemente, eso está muy bien y más en los tiempos que corren. A mí lo que no me gusta es cansarme o estar en una serie porque sí. Si el proyecto y el personaje me parecen interesantes, quiero estar ahí. Si no, no. Creo que la vida es muy corta y que los actores no elegimos esta profesión para tener un trabajo fijo, sino porque es nuestra manera de estar en el mundo y de comunicarnos con los demás; y esto tiene que ser un aprendizaje y una experiencia continuos.
Sin salir de las series, hace relativamente poco tuviste oportunidad de probar el método de la improvisación en ficción televisiva gracias a Frágiles. ¿Una experiencia a repetir o mejor dejarlo como anécdota?
Fue un proceso de trabajo muy interesante. Había unas pautas para seguir, pero a partir de ahí había una libertad que es muy difícil tener en otro tipo de trabajos que están más sujetos al guión. De ahí surgieron cosas muy interesantes. Repetiría.
En cuanto a personajes, ¿qué es más sencillo: interpretar a uno ficticio que parte de cero o a uno histórico, como ha sido tu caso con Adolfo Suárez, que ya forma parte del imaginario colectivo?
Digamos que el fondo es el mismo, porque para hacer un personaje histórico también hay una parte de creación. En un papel como el de Adolfo Suárez, que me siento muy orgulloso de haber hecho, nunca se puede partir de todo lo que se lee y lo se que sabe, sino que tiene que haber mucho de intuición y de ingenio. Porque si vas a la imitación, eso a los cinco minutos dejaría de interesar. Con todo lo que se tiene hay que crear el personaje. Esta es una pauta muy importante.
Nuevo rescate de declaraciones: has reconocido que todavía estás esperando tu gran papel en el cine. ¿Te ha llegado con el reciente rodaje de la película Felices 140 de Gracia Querejeta o todavía no?
Estoy muy feliz con esta película de Gracia y con la que hice justo antes, Vulcania, que es de un director nuevo en Barcelona. Creo que han salido muy bien, pero ahí sigo, buscando ese personaje. Creo que llegará antes o después.
Respecto al cine español, justo la taquilla del pasado fin de semana ha estado copada en un 69% por producción española. ¿Eres de los que cree en una nueva etapa o que esto es algo más bien puntual?
¡Qué maravilloso! Esto es muy bueno para todos. Creo que siempre ha habido muchísimo talento en el cine español. Lo que necesitamos son medios para hacerlo. Es una pena que haya directores buenísimos que tarden cinco años en hacer una película. Un director bueno tendría que hacer una película cada año o cada dos años. Hay que buscar medios y hay que hacer las leyes para que los profesionales puedan trabajar así, porque todos queremos hacer cine.
Tú que cuentas con experiencia en ambos lados del charco, ¿en qué dirías que se diferencia la producción y el ámbito de la interpretación de allí?
Se parece mucho más de lo que creemos. Quizá, allí hay una ilusión que aquí hemos perdido. En España parece que hay un poco más de cansancio y en Sudamérica todo es como algo más nuevo. Pero en las últimos trabajos que he hecho allí la principal diferencia no ha sido otra que el dinero, que aquí no hay y eso complica mucho las cosas.
Cambiando de tema, no tienes perfiles sociales oficiales, pero sí un discreto blog. ¿Por qué esta decisión?
Hay gente que me dice que debería tener. Existe una cuenta de Facebook y de Twitter del club de fans, pero personalmente me da un poco de reparo exponerme tanto. Creo que un poco de misterio también es interesante, como si hubiese algo que quieres guardar. No sé si es una decisión acertada o no pero, por lo que he podido ver, estar pendiente de las redes sociales es como otro trabajo y ese tiempo prefiero emplearlo en otra cosa.
Ahora que acabas de entrar en la década de los cincuenta, ¿te preocupa el paso del tiempo por lo que puede implicar profesionalmente?
No. Creo que lo inteligente es aceptarlo y saber que ya no vas a hacer determinados papeles. Eso te lo marcan claramente los guiones que te van llegando: hace nada me proponían ser un chaval de veintitantos y ahora, un hombre que pasa de los cincuenta (risas). Esto es un cambio brutal, pero también hay que disfrutarlo, porque ahora como actor dispones de otras armas y de un conocimiento que antes no tenías y eso te permite afrontar trabajos desde otra perspectiva.
Para terminar, ¿qué proyectos de futuro tienes a la vista?
De momento, seguir con la gira de Jugadores. Es un refugio maravilloso estar con una función de teatro. A partir de enero, ya os contaré.
Agradecimientos: Teatre Talía
332