Proyectar edificios parece una tarea más propia de adultos, pero resulta que los niños no solo son capaces de ello, sino que pueden aprender lecciones tan útiles como versátiles gracias a dicha práctica. Esta semana en 360 Grados Press descubrimos, una vez más, que “otra forma” es posible en educación.
“¿¡Dónde me he metido!?“, reconoce Almudena de Benito que pensó la primera vez que se enfrentó a un taller. Sin embargo, la “infinita creatividad” de los niños le puso las cosas mucho más fáciles de lo que creía. “Me he dado cuenta de que puedo impartir varias veces lo mismo que siempre va a ser diferente, porque con ellos es como un aprendizaje continuo“, prosigue ella misma. De este modo, la transición de la arquitectura a la docencia ha resultado un paso más asequible de lo que cabría esperar. “Personalmente, esto ha supuesto un cambio radical para mí. He descubierto un camino que resultaba inimaginable unos pocos años atrás. Un arquitecto siempre fantasea con montar su propio estudio, pero no algo así. A veces, siento una cierta nostalgia del trabajo en la obra, pero esto me gusta más“, razona. Tanto es así que, ahora, trabaja como profesora universitaria en su disciplina formativa y centra su tesis doctoral en la relación que existe entre esta y la infancia.
¿Pero de dónde surge dicho punto de inflexión?
La razón de este giro en el rumbo de Almudena recibe el nombre de Chiquitectos, un proyecto que ideó cuando se juntaron dos condiciones en su vida hace seis años. En sus palabras: “Me quedé sin trabajo cuando me faltaba un mes para dar a luz, por lo que decidí tomar un año para la crianza de mi hijo. Cuando retomé la actividad para buscar trabajo me encontré con un panorama desolador, tanto por la burbuja inmobiliaria como por la imagen negativa que se tenía de los arquitectos. Al ser madre, además, me preocupé especialmente por el tema de la educación y empecé a darle vueltas al asunto“. Tras unos meses de documentación, gracias a los cuales conoció iniciativas similares en el extranjero, y la colaboración con una psicopedagoga, quien le ayudó a crear un apropiado programa académico, esta arquitecta empezó durante el verano del pasado 2011 la fase piloto de su propuesta.
Una enseñanza basada en el juego
En líneas generales, se podría decir que Chiquitectos es una alternativa al sistema educativo convencional: basándose en la arquitectura, la intención es que los menores de infantil, primaria y secundaria adquieran habilidades necesarias para desenvolverse en el día a día mientras se divierten. “Potenciamos la creatividad y la imaginación, lo que actualmente se llama design thinking, que resulta tan necesario para resolver cualquier problema de la vida. También facilitamos el autoconocimiento, es decir, aprender cuáles son los puntos fuertes y débiles de cada uno a medida que, por ejemplo, se trabaja el dibujo o la construcción. Además, fomentamos el trabajo en equipo, que es una de las bases del diseño, y la comunicación, el saber expresar lo que uno ha creado“, explica Almudena. Pero el propósito final va más allá: “Queremos formar a los niños como ciudadanos más responsables que aspiren a cambiar su entorno a mejor y que aprendan a ello de una forma lúdica. No se trata solo de enseñarles la historia de la arquitectura, sino de inculcarles una serie de valores relacionados con esta materia“, completa.
La evolución que vino como rodada
Aunque el emprendimiento siempre es complicado en los inicios, teniendo que hacer de “mujer orquesta” como matiza Almudena, Chiquitectos ha seguido por la trayectoria del éxito, contando desde un primer momento con el beneplácito de familiares, amigos y compañeros de profesión. “Una de las primeras cosas que hacemos como niños es jugar a construir, como si se tratase de algo instintivo, por lo que todo el mundo recibió la idea positivamente“, declara su fundadora. Y la experiencia ha probado que estaba en lo cierto, pues lo que nació como una actividad extraescolar para hijos de algunos conocidos se ha convertido en un proyecto que ocupa a un equipo de siete personas cuatro como núcleo duro y tres como colaboradores habituales que ofrece talleres personalizados para entidades o programas trimestrales y anuales para centros educativos con menores de todas las edades y orígenes. Asimismo, avalados por la buena repercusión cosechada entre los peques, recientemente han dado el salto a los adultos con formación específica y actividades diversas, como recorridos urbanos o conferencias.
Avanzando hacia el futuro deseado
Con todo, cuando Almudena echa la vista hacia atrás hace una lectura positiva de los dos ámbitos que le apasionan: arquitectura y educación. En referencia al primero, cree que se ha pasado a un estadio más cercano, sostenible y económico. “Hemos pasado unos años muy negros en la profesión, pero la experiencia ha servido para que los arquitectos cambiemos nuestra mentalidad y escuchemos a la sociedad“, considera. En lo que respecta al segundo, a pesar de mostrarse también optimista, la valoración es más comedida. “Se pueden distinguir pedagogías diferentes y nunca es bueno generalizar, pero sí que es verdad que las últimas reformas no fomentan la creatividad o el arte, sino justo lo contrario. Seguimos obsesionados con temarios y con tiempos. La arquitectura es una disciplina transversal que enseña a trabajar por proyectos y que permite aprender mediante la experiencia, como puede ser el juego. Damos respuesta a quienes creen en otra forma de educar“, concluye.
La fotografía de la portada exterior ha sido realizada por Ana Amado
Laura Bellver