“Las emociones vividas sirven para interpretar mucho mejor”

Concha Velasco es experiencia, es sabiduría, es memoria, es conocimiento, es disciplina. Pero, sobre todo, es el nombre de una de las actrices más importantes y consagradas del panorama interpretativo español, que ha sabido ganarse al público con la carcajada, la lágrima, la pasión y el ritmo desde el teatro, el cine y la televisión.

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A Concha Velasco le sorprende que al público español todavía le choquen esos actores y actrices americanos e ingleses que son capaces de actuar, bailar y cantar, ya que considera que es lo normal y ella lo ha estado haciendo toda la vida. Una intérprete multidisciplinar, regida por su buena memoria y la disciplina que le inculcaron sus padres y su tierra, Valladolid. Que lleva cerca de 60 años subida a los escenarios y metida en la pequeña y en la gran pantalla con personajes de comedia, de drama y de musical, que le han encumbrado en la élite de la cultura de nuestro país.

 

Y todo ello gracias a papeles como el que le está llevando durante meses a pisar las tablas de decenas de teatros, el de Juana la Loca, la Reina Juana que, en los últimos días de su vida, repasa los grandes, tanto buenos como malos, momentos de su vida de la manera magistral que solo una actriz como Velasco sabe, en un monólogo desgarrador y coreografiado por su director, Gerardo Vera.

 

¿Qué se encuentra el espectador que acude a ver Reina Juana?

En primer lugar, con un espectáculo teatral maravilloso en el que descubrimos a una Juana que no conocíamos, que fue maltratada, encerrada durante 46 años en Tordesillas, simplemente porque nunca quiso aceptar ni el comportamiento de su madre ni las traiciones de su padre, su marido, su hijo y su nieto. Es una obra absolutamente reivindicativa y feminista en su lado político y social.  Ello se combina con la emoción que provoca la actriz que la interpreta (entre risas) y la dirección de Gerardo Vera.

 

Y no es la primera vez que has interpretado a una mujer única. Ya lo hiciste con Santa Teresa o Hécuba. ¿Da miedo?

No, y perdóname la vanidad, pero la historia se puede contar muy bien a través de mis trabajos, porque siempre me han ofrecido y he sabido elegir los trabajos que correspondían en cada momento. Me decía mi profesor de ballet cuando estudiaba que jamás podría hacer bien El lago de los cisnes porque no había sido madre, no había amado y no había tenido el sufrimiento de una pérdida. Y yo le decía que eso era una tontería, que la técnica era suficiente. A lo largo de mi vida me he dado cuenta de que es muy importante, pero que las emociones vividas sirven para interpretar mucho mejor.

 

Papeles así te llevan a no parar de estudiar y de leer sobre Historia, ¿no?

Nunca paro de estudiar y, en el fondo, me siguen llamando porque tengo buena memoria y una disciplina militar de papá, maestra de mamá y castellana de Valladolid. Bueno, también porque soy buena actriz. La falsa modestia, como decía Mary Carrillo, es una tontería (entre risas).

 

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¿Cómo te enfrentas a un papel sola en el escenario?

Cuando hice Hécuba, una anciana vengativa que mata a un niño y que saca los ojos a su padre, tenía un monólogo tremendo, a pesar de estar rodeada por otros personajes; y fue tremendo. Y quizás el de Reina Juana sea el menos monólogo, porque tengo apariciones virtuales con las que hablo como mujer un poco loca. Y al final, cuando Juana muere con tanto drama, la gente aplaude tanto que en alguna ocasión digo: “cualquier día me muero yo también en escena”.

 

¿Te sientes cómoda en el drama o te tira también la comedia u otros géneros?

A mí lo que me gusta es bailar, el musical, gastar bromas. Soy una mujer muy divertida y empiezo por reírme de mí misma, sobre todo, en el camerino con mis parodias. De hecho, a veces me riñen por si me quedo afónica de tanto reírme. Pero esta obra requiere de una concentración especial y me he vuelto un poco antipática y no dejo que vengan a verme al camerino. Necesito media hora de absoluta soledad y silencio antes de la función. Solo permite que me llamen mis hijos por si le ha pasado algo a mi nieto. No sé, han empezado a darme papeles dramáticos y se me da tan bien, me meto tanto en situación, que no paro.

 

¿Actualmente podrías ser la Concha Velasco que eres sin tus facetas de actriz de televisión, teatro y cine, de cantante o de presentadora y sin tus inicios como bailarina?

No, y es algo que llama la atención en España y no debería. Cuando pongo la televisión en mi casa veo que todos los actores americanos e ingleses, sobre todo, bailan, cantan y actúan, y a nadie les sorprende. Como, por ejemplo, durante el espectáculo de Los Miserables en la gala de los Oscar de 2013. O una de mis actrices favoritas, Vanesa Redgrave, que también hace todo. De hecho, en Hécuba traté de hacer el personaje de manera diferente porque la había visto a ella interpretar ese papel en Londres y quise no copiarle.

 

¿Hay algo que te haya quedado en el tintero y que te gustaría hacer a nivel profesional o personal?

En la vida, haber tenido más hijos como Juana, que tuvo seis, con esa pasión y coraje para ser capaz de sacárselos ella misma durante el parto y cortar el cordón umbilical con los dientes. Y no es que estuviera loca, sino que era una mujer plena, algo que sigue chocando hoy en día, como que una mujer se saque el pecho en público y dé de mamar a su hijo. Y eso es maravilloso. Eso sí: los hijos que tengo son mi motor, la alegría de mi vida, junto con mi nieto.

 

¿Tienes pendiente algún proyecto más?

Estoy preparando un monólogo para este verano y tengo entre manos un trabajo muy divertido del que todavía no puedo hablar.


@casas_castro

David Casas

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