Investigar en periodismo

Emprender una investigación. La frase suena a declaración de buenas intenciones, a deseo, a novela negra. Quizás abarque todos estos ingredientes, por el sacrificio que significa desmigar la fuerza de voluntad, congelar la concentración y destripar las tentaciones ociosas que asaltan a quien la practica.

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Echándole imaginación, investigar puede conducir a hechos acontencidos que necesitan de las pruebas concluyentes para evidenciar que han sido de una manera y no de otra. Las evidencias que alimentan el método científico que empleas para discurrir entre un punto de partida o hipótesis hasta llegar a una meta o tesis.

En periodismo, como en cualquier otro ámbito científico, también hay mucho campo por roturar en materia investigadora. Lo difícil es congelar la mirada en un punto, dentro de un espacio verificable, y determinar unas conclusiones antes de que caduquen, antes de que los progresos investigadores devoren los avances escritos. La búsqueda del yogur sin caducidad, del bálsamo de Fierabrás, del punto de inflexión entre lo investigado, lo acontencido, su vigencia y la demostración de que se aportan conclusiones novedosas para la comunidad científica. Ahí está el reto.

Como dificultad añadida, la carrera se emprende en solitario, dura años y siempre hay una voz de diablillo que aparece en momentos de debilidad para tentar al sacrificado investigador en mitad de su travesía por el desierto.

Con todo, ¿investigamos?


@os_delgado o @360gradospress

Óscar Delgado

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