España cae a su peor registro en la clasificación mundial de percepción de la corrupción. Según un informe de Transparencia internacional, España se encuentra en el puesto 41 (con nota de 58) entre 176 países. En Butan, Botswana, Qatar y Cabo Verde, por ejemplo, el nivel de honestidad institucional es superior al español. España se encuentra en la cabecera de políticos corruptos de Europa. Y los que denuncian los casos sucios que se pasean por los tejados de nuestras instituciones se encuentran en el más terrible de los desamparos y son perseguidos. Este país no tiene fondo.
Otro estudio dice que el partido que más casos de corruptela protagoniza es el gobernante, o sea, el PP, que sigue siendo el más votado por la ciudadanía española, que al parecer hace caso omiso de este feo asunto. El ciudadano español siempre da un paso al frente y no mira la cartera. En Andalucía, el partido gobernante desde hace casi cuarenta años no es el PP, sino el PSOE, que tampoco se libra de escándalos y sigue siendo el más votado por los andaluces.
Decididamente vivimos en un país de idiotas. Nos importa más una palabra hermosa y una sonrisa a tiempo que el robo a nuestra familia. En este país, cuna de genios, nos sustraen el aire y pedimos un aplauso para el que cierra las compuertas. Nos cortan la luz, nos arrebatan la casa, incendian los bosques, esquilman hasta nuestros recuerdos y seguimos caminando en nombre de nosotros.
Somos así: nobles, altivos, tercos paisanos de un pueblo que mira detrás de los visillos y muere en el campo de batalla. España es diferente porque su justicia tiene una misma dirección y dibuja amapolas muertas. Somos así, un pueblo unido en el absurdo que asoma su rostro de hielo y esconde sus miserias. Seguimos caminando y tocando palmas. Que no deje de sonar la guitarra y bailemos. España es corrupta y olé.
Foto: Clara García-Vela
José Manuel García-Otero