Esta semana 360 Grados Press recorre las páginas de vida de la actriz Bibiana Fernández. Unas hojas perfumadas y llenas de estilo, de recuerdos y de afición por el cine y sus protagonistas. Una historia, además, con presente y futuro de teatro.
Alta, delgada, rubia hasta rabiar y con una personalidad y una elegancia arrolladoras. Así se ve y se siente Bibiana Fernández (@Devilisawoman) cuando se encuentra a un metro de un periodista. También sobre los escenarios, donde canta e interpreta a una mujer en las diferentes etapas del amor junto a su partenaire y amigo Manuel Bandera en El amor está en el aire, de Félix Sabroso.
¿Cuándo surgió la chispa o la necesidad de actuar y de cantar? ¿Te viene de familia?
No hubo un momento concreto, no es como la llamada para ser monja. Aunque no hay antecedentes en mi familia, pertenezco a una generación muy coplera y cantaba en casa mientras hacía las tareas domésticas. Era un mundo que me atraía. Era de las fans que se acercaba a los famosos que paseaban por la calle cuando vivía en Tánger. En mí se despertó un mundo que no abarcaba solo al mundo de la interpretación y que estaba muy distante a mí. Me dedicaba a comprar revistas de la época. Finalmente comencé a pasar por salas de fiestas, grabé discos, intervenciones en medios, etc. Te vas situando poco a poco en la vida, eligiendo lo que más te gusta.
¿Quiénes han sido tus referentes en el género cinematográfico y musical?
Yo veía a Truffaut y a Godard por las actrices que aparecían en sus películas como Brigitte Bardot, Jeanne Moreau o Monica Vitti. Veía películas que no se correspondían con mi edad por ellas, me fascinaban.
¿Qué es lo que se siente encima de un escenario?
Cuantos más años pasan, más nervios tienes porque tienes más responsabilidad, más edad y sabes lo que la gente espera de ti, aunque aprendes a controlarlos de otra manera. Eso sí: cuando las cosas salen bien, ese querer hacer las cosas bien siempre se convierte en un plus de satisfacción. He hecho radio, cine y televisión, pero la inmediatez, el calor, el lenguaje que tiene en el teatro no lo tienes en otro sitio. En el cine, por ejemplo, tu trabajo está manipulado porque se cortan y cambias escenas, mientras que en el teatro no sucede: desde los ensayos hay un proceso de crecimiento de la función, termina cuando se lo entregas al público y acabas haciendo la obra tuya. Cada día el estado de ánimo que tienes es uno y el público también es diferente, por lo que la función cada día se renueva un poco.
¿Es fácil compaginar el teatro y la televisión con la vida personal?
No es difícil. Como en cualquier otro trabajo.
¿Ayuda un medio tan público como la televisión a impulsar una carrera artística en el teatro o puede ser un arma de doble filo?
No necesariamente. La televisión supone publicidad, porque a través de ella nos colamos en las casas de la gente y eso te hace muy familiar para ellos. De hecho, muchas personas se te acercan por la calle y te saludan como se saluda a un vecino, porque te han visto desde que eran pequeños. El tener popularidad siempre está bien, pero debe haber una separación y la gente, entenderlo. En la televisión o en el teatro haces un papel y en la vida real eres tú. La pequeña pantalla requiere de unas necesidades y solo tienes que aceptarlas o no hacerlo, tanto lo bueno para tu trabajo, principalmente, como lo malo, que es menos.
Se te considera hoy en día uno de los referentes femeninos en España de la elegancia a nivel público. ¿Cómo consigues mantener este puesto pasen los años que pasen?
En cuanto a saber estar y para mantener la figura, cerrando la boca, guardando una disciplina, respetando los horarios y llevando una dieta equilibrada. En cuanto a estilismo, se debe a mi gusto por la moda como espectadora y a mi relación con diferentes diseñadores internacionales a lo largo de mi vida. Tenía la costumbre de imaginarme la ropa que me pondría para eventos a los que no iba a acudir como los Oscar o la boda del Rey. Siempre me ha gustado jugar con la ropa.
¿Qué puedes contar acerca de El amor está en el aire?
Habla sobre los distintos estados del amor, que todo el mundo reconoce, sin depender de la edad o del sexo, porque a la hora de amar todos somos iguales. Pasa por los primeros momentos de comerse a besos en una relación, por otros de aburrimiento, de rutina, de aguantar aunque ese amor no se está oxigenando hasta llegar a la ruptura para volver a empezar. Todos son procesos en clave de comedia, aunque en algunos momentos te toca la fibra.
¿Cómo es trabajar con Manuel Bandera?
Es un partenaire perfecto y hay mucha química entre nosotros. Y eso se consigue con años de conocerse y de quererse. Es un cariño sólido, de verdad, desde la confianza y el conocimiento mutuo. Esto lo agradeces encima del escenario y también el espectador que nos ve. Te sientes acompañada como una trapecista lanzada a los brazos de un compañero. Y puedes caerte, pero sabes que él no te va a soltar.
Isabel Rivera