Me asquea la forma de gestión reptil de este gobierno. Con sus tentáculos dispara con balas de veneno a todo aquel que mueva un dedo lejos del viento o piense diferente. Estos adoradores de la mentira y la manipulación solo rinden pleitesía al dinero y a los que gobiernan el mundo de las finanzas. Del pueblo no se acuerdan más que para jalear la candela en las fechas de elecciones.
En ese tiempo se ponen el disfraz de Hamelín y engatusan a los más débiles, a toda la famélica legión de ilusos e ignorantes. Luego levantan un muro y ponen centinelas en las puertas. El pueblo ya lo sabe, por eso cierra filas y no deja que por la ranura de la puerta se cuele la hedionda fila de monjes de la indiferencia.
El pueblo, nuestra gente, supo a tiempo que el dolor se rompe por una sola orilla y la desigualdad social es un abismo cubierto de inocentes.
El pueblo, la gente que espera en el semáforo y en todas las colas que chorrean amargura, no vive de palabras que mueren con la primera brisa, sólo quiere construir mejores pilares con visa al futuro y que el hoy no duela de tanto vacío.
El pueblo solo quiere una Justicia justa y unos gobernantes que no miren a otra parte cuando su gente robe y convierta las calles en un erial lleno de trampas, donde la ley del más fuerte avasalla y la voz de los que no tienen voz sea perseguida. Porque este pueblo ya no aguanta más a estos gobernantes falsos que no gobiernan y solo espera que el fuego de sus mentiras se apague con las primeras lluvias.
Foto: Carmen Vela