Esta semana en 360 Grados Press hemos ido de barra en barra de bar para conocer una nueva práctica solidaria con mucha historia a sus espaldas.
“¡Hola! Dos cafés, por favor: unopara mí y otro pendiente“. “Buenosdías. ¿Me pone cinco cafés? Dos que sean pendientes“. “Buenas tardes. Quería el almuerzo popular y un café pendiente. Gracias“.Estas demandas, u otras similares, son las que parte de los clientes dediversos locales de España vienen realizando desde el pasado mes de marzo. Posteriormente,otras personas totalmente desconocidas, las cuales no pueden permitirse un desembolsotal, acuden al mismo sitio preguntando por dichas consumiciones abonadas poradelantado. En líneas generales, este es el funcionamiento de CafésPendientes, un proyecto nacido en Italia que Gonzalo Sapiña ha importado recientemente. “La verdad es que la cultura de bares que hay en nuestro país es muygrande y, al tratarse de una iniciativa cuyo centro o inicio son éstos, puespensé que se podría adaptar perfectamente a nuestra sociedad. De hecho, en losbares se habla mucho de temas sociales. ¿Qué mejor que esta práctica paracolaborar?“, afirma él mismo.
En concreto, esta idea data del siglo XVII y tiene su origen en elbarrio napolitano de Sanità, donde los obreros acostumbraban a tomar un café y,cuando tenían algo que celebrar, dejar otro pagado para quien viniese despuésde ellos, generalmente alguien con escasos recursos. Era lo que se llamaba caffè sospeso café suspendido , unatradición que parecía perdida hasta 2008, cuando la coyuntura económica no sóloinvitó a retomarla, sino también a ampliarla en lo que a significado serefiere. En palabras de Gonzalo: “Todoempezó con los cafés, pero al final se ha extendido a la filosofía de lopendiente, ya sean bocadillos, menús, otras bebidas o comidas“. En granmedida, esta expansión se debe a la asociación Rete del Caffè Sospeso,la cual ha trabajado por su recuperación hasta el punto de establecer el 10 dediciembre como efeméride específica para el caso.
Un planprácticamente rodado
Justamente, que Gonzalo leyese una noticia en un periódico acerca de lacelebración de este día tan particular fue el punto de partida de estainiciativa en España. Y el hOléhOlé en Santa Cruz de Tenerife, la primera cafetería en sumarse a ella. “La verdad es que fue una gran ilusión. Porfin algo se materializaba y estaba muy contento. El chico de hOlé hOlé me ayudómucho en la promoción de Cafés Pendientes. Le debo mucho“, confiesa alrespecto su precursor. Desde entonces, esta práctica no ha hecho más quecrecer. Así, el registro de la correspondiente web cuenta actualmente con 200locales activos. Además, restan cerca de 150 por ser incluidos. Sin duda, laacogida por parte de la sociedad ha sido fundamental en la consecución desemejantes cifras en cuestión de pocos meses. “La respuesta ha sido muy buena, muchísimo, por las dos partes, ya quelos que pagan los cafés se sienten gratificados por poder ayudar a losmás cercanos y los que lo reciben se evitan un gasto que, tal vez, para elloses muy importante o ni siquiera pueden realizar“, explica Gonzalo.
Todo preparado aconciencia
En este sentido, en el de la adhesión social, la puesta en escena de Cafés Pendientes ha jugado un papel sustancial,ya que se ha creado una serie de recursos gráficos distintivos para todos losestablecimientos que forman parte de esta plataforma. “Esta acción invita a hacer una pregunta, es decir, hace que la gentepregunte al propietario del local qué es o de qué se trata“, apuntaGonzalo. En otras palabras: se refuerza el poder del boca a boca. De hecho, comenzara suspender cafés pasa a ser tan sencillo como que los hosteleros rellenen unformulario online, impriman el emblema y lo coloquen en un lugar visible parasus clientes. Asimismo, el proyecto comprende que personas contacten individualmentepara promocionarlo por su ciudad o, también, que se colabore donando vasos yplatos de usar y tirar con vistas a “cubriraún más el abanico de locales que se quieren añadir“.
Con todo, CafésPendientes consigue que lo que se había convertido en un lujo o, incluso,un imposible para muchas personas sea algo factible gracias al mero acto desumar una consumición de más en la cuenta; un gesto frecuente entre conocidosextrapolado ahora a extraños que verdaderamente lo necesitan. Las invitacionespara esos destinatarios anónimos se acumulan.