Libro de Esquilo

La semana comenzó como casi todas: con el jefe de Peláez quejándose por el hambre atroz que padecía. Y es que este hombre es insaciable y cualquier momento es bueno para él para llevarse algo al coleto o hablar de lo que cenó la noche anterior.

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Entre comida y comida, se dedica a despedir empleados, como a susecretaria quien en la actualidad trabaja en Bershka, tienda de moda que elínclito director de periódico local cree que es una ciudad rusa. Así es estehombre, personaje incomparable que, sin embargo, padece las largas listas deespera de la seguridad social como el resto de los mortales y cree que el librode estilo de su propio periódico es obra de un dramaturgo clásico griego.

 

 

Jueves, 26 deseptiembre

 

– ¡Jefe! ¿Otra vez madrugando?
– Peor, Peláez.
– ¿Qué puede haber para usted peor que madrugar?
– No he podido concitar el sueño.
– Conciliar.
– Lo siento, aquí no se concilia nada. Se trabaja ydespués se trabaja.
– Me refiero a conciliar el sueño, esa es la expresión.
– ¡Ah! Pues sí, me he despertado con esa sensación enel estómago…
– ¿Nervios?
– Qué va, un hambre atroz.
– Pues desayune.
– He comido siete sobaos, parece que se me empiezaa asentar el cuerpo.
– Me alegro, jefe. Bueno, voy a escribir algunasnoticias.
– Cuénteme una, que me aburro.
– El domingo se batirá un récord Guinness enBurgos.
– ¿De qué, carajo?
– La morcilla más larga del mundo.
– ¡Mándeme allí, por favor!
– Usted es el jefe, jefe.
– Pues iré de enviado especial.
– Lo que usted quiera.
– Necesito llevar material.
– Ahí están la cámara de fotos y las moleskines.
– Me refiero a pan y vino, cenutrio.
– Eso tendrá que comprarlo en el supermercado.
– Voy para allá.
– No está abierto a estas horas, jefe.
– Romperé el cristal.
– Eso es un delito.
– Piense en los lectores Peláez.
– Irá a la cárcel, jefe.
– Si eso sucede… tráigame algo de morcilla.

 

Viernes, 27 deseptiembre

 

– Buenos días, Peláez
– Buenos, jefe.
– ¿Qué pasa con la gente? ¿Aquí nadie madruga?
– ¿Qué gente?
– Esos que escriben… ¿cómo se llamaban?
– Periodistas.
– Eso, ¿dónde carajo están?
– No hay ninguno, jefe, solo yo, los echó a todos,siempre se le olvida.
– Memoria selectiva, Manglánez.
– Peláez.
– Lo que sea… ¿Y mi secretaria?
– También la echó.
– Pobre mujer…
– Al menos ella ha encontrado trabajo.
– ¿Dónde?
– En Bershka.
– ¡Bershka! Hay que joderse, todo el mundo tieneque emigrar.
– Está en una tienda, jefe.
– Irse a Rusia para acabar en una puñeteratienda…
– No, Bershka está aquí abajo, a doscientos metros.
– ¿Rusia está a doscientos metros? Cómo ha cambiadoel mundo. Acérqueme el pasaporte, voy a verla.
– Lo tiene caducado.
– No, es consumo preferente, no hay problema.Bueno, me voy.
– ¿Y qué va a decirle?
– Que tiene todo el futuro por delante.
– Usted se lo cercenó.
– No, amigo, cercené huevos rotos con jamón. A míno me mire.
– Brrr… venga, baje…
– ¡O vengo o bajo!
– ¡Que se pire!
– Chao bakalao.

 

Lunes, 30 deseptiembre

 

– Buenos días, Peláez
– Buenos, jefe.
– ¿Qué pasa con la gente? ¿Aquí nadie madruga?
– ¿Qué gente?
– Esos que escriben… ¿cómo se llamaban?
– Periodistas.
– Eso, ¿dónde carajo están?
– No hay ninguno, jefe, solo yo, los echó a todos,siempre se le olvida.
– Memoria selectiva, Manglánez.
– Peláez.
– Lo que sea… ¿Y mi secretaria?
– También la echó.
– Pobre mujer…
– Al menos ella ha encontrado trabajo.
– ¿Dónde?
– En Bershka.
– ¡Bershka! Hay que joderse, todo el mundo tieneque emigrar.
– Está en una tienda, jefe.
– Irse a Rusia para acabar en una puñeteratienda…
– No, Bershka está aquí abajo, a doscientos metros.
– ¿Rusia está a doscientos metros? Cómo ha cambiadoel mundo. Acérqueme el pasaporte, voy a verla.
– Lo tiene caducado.
– No, es consumo preferente, no hay problema.Bueno, me voy.
– ¿Y qué va a decirle?
– Que tiene todo el futuro por delante.
– Usted se lo cercenó.
– No, amigo, cercené huevos rotos con jamón. A míno me mire.
– Brrr… venga, baje…
– ¡O vengo o bajo!
– ¡Que se pire!
– Chao bakalao.

 

Martes, 1 deoctubre

 

– Buenos días, jefe.
– Sí, vale. Vengo a pedirle unos días libres, Peláez.
– Pero, jefe…
– Es para un tratamiento.
– ¿Está enfermo?
– No, un problema de crecimiento, poca cosa.
– ¿Crecimiento?
– Sí.
– Pero si tiene setenta tacos.
– Me acaban de llamar.
– ¿Quiénes?
– La seguridad social.
– ¿Está seguro de que es para eso?
– Seguro, estaba en lista de espera.
– ¿En lista de espera?
– Sí, desde el cuarenta y ocho. Pidió la cita mimadre, que en paz descanse.
– ¿Hace sesenta y cinco años?
– Día arriba, día abajo.
– Esto no puede ser, jefe.
– No dirá lo mismo cuando me vea pegar el estirón,Peláez.
– No sé yo, jefe.
– Bueno, ¿me da esos días libres o no?
– El jefe es usted.
– No me diga.
– Claro, por eso lo llamo jefe, jefe.
– Yo llamo jefe al camarero del bar de la esquina.
– Ya, pero usted es que es el mandamás.
– ¿No soy camarero?
– No.
– Leñe, pues me voy.
– Que vaya bien, jefe.
– La próxima vez que le vea, le miraré por encimadel hombro, Peláez.
– Siempre lo hace…
– ¿Qué quiere decir?
– Nada…olvídelo.
– Chao enanito.
– Chao, jefe.

 

Miércoles, 2 deoctubre

 

– Buenos días, Peláez
– No lo sé, jefe…
– ¿Por qué?
– Ha subido el paro, pero poco.
– ¿Eso es bueno o malo?
– Malo en términos absolutos, bueno en términosrelativos.
– Vaya lío, ¿no?
– Total.
– Bueno, usted póngalo en portada, a la gente leinteresa el puñetero trabajo.
– De acuerdo, jefe.
– Bien destacado ¿eh?, a siete columnas.
– Tenemos cinco columnas, jefe.
– Putos recortes…
– No, es así de siempre.
– ¿Seguro?
– Sí, lo dice el libro de estilo.
– A mí Estilo, Sófocles y el resto de colegas me lasoplan.
– Esquilo.
– En sus horas libres, Peláez, no me vaya a dejaresto lleno de pelo de oveja.
– No, jefe…
– Aunque un chalequito no me vendrá mal para elinvierno.
– No sé tejer, jefe.
– Despedido.
– Está bien, aprenderé.
– Así me gusta, un hombre con iniciativa.


Los cables de lasconversaciones que mantiene Peláez con su jefe (#Pelaezleaks) en laredacción de un periódico de provincias los puedes encontrar a diario enla página oficial en Facebookde 360gradospress.

La foto es de Marga Ferrer.

David Barreiro

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El fin

Tarde o temprano tenía que llegar. Lo intuíamos, lo temíamos, lo esperábamos.

Confusión

La semana comenzó el pasado jueves –así son estos dos tipejos– con

Irrepetible

El jefe de Peláez es un hombre inculto pero culto, lelo pero
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