B&S (Barcelona & Sebastian)

El BAM de la ciudad condal apuesta por los escoceses Belle & Sebastian como cabeza de cartel. 360gradospress no se lo perdió

RUTH BARDISA, Barcelona. Ver por primera vez en concierto a uno de tus grupos preferidos siempre es emocionante. El BAM, festival de música de Barcelona que coincide con las Fiestas de la Mercé, apostó este año como cabeza de cartel por los escoceses Belle & Sebastian. Sin duda una buena elección, teniendo en cuenta que no tocaban en la ciudad condal desde hacía cuatro años –fue en el Sonar de 2006- y que su éxito en el BAM del 97 todavía se recuerda.

Los alrededores de la Antigua Fábrica de Damm —edificio industrial de los años 20 sito en la barriada del Camp de l’Arpa— se llenaron para la ocasión de guiris, curiosos atraídos por la gratuidad de la propuesta y, por supuesto, indies nostálgicos de las melodías de Stuart Murdoch y su banda, canciones que beben de influencias yé-yé, los Smiths o la música orquestal de los 60, por citar algunas referencias evidentes. Tanta era la expectación que dos horas antes del comienzo ya no cabía un alfiler. Esta situación empezó a hacer mella en nuestros ánimos. Dos horas de espera, codazos y empujones -sumados a algún que otro espectador impertinente- vaticinaban un concierto de esos en los que escuchas pero no ves, en los que intentas aplaudir pero no puedes.

Pero la suerte —o el dios del Pop&Roll, si acaso hay alguno— nos volvió a sonreír. Ya dicen que hay que tener amigos hasta en el infierno y, en esta ocasión, gracias al típico amigo de un amigo, pudimos disfrutar del concierto desde una terraza con vistas inmejorables al escenario de la Damm. Desde aquel concierto de los Rolling en el que nos dejaron pasar a la zona reservada por adivinar una canción de Loquillo, no había estado tan cerca de eso que llaman ser VIP.

Los Belle & Sebastian saltaron al escenario con ganas de disfrutar. O, al menos, así lo demostraban los saltitos y bailes imposibles de Stuart Murdoch. El líder de la banda se movió frenéticamente, animó a los presentes a corear sus temas, se infiltró en las primeras filas e incluso invitó a subir al escenario a media docena de fans que imitaron sus coreografías descompasadas a ritmo de The boy with an arab Strab.

La banda apostó por un concierto de hits. Aunque interpretó algunos de los temas de su último disco, Write about love, los Belle no dudaron un ápice en deleitar a su público con temas como I’m a cuckoo, Get me away I’m dying, Like Dylan in the movies o Another sunny day. Guitarras delicadas, arreglos orquestales y melodías agradables -o “infelices” como las califican algunos utilizando la acepción “elianera” de la palabra, refiriéndose más a algo parecido a una inocencia despistada que a la tristeza- fueron los ingredientes de un concierto de factura perfecta que acabó con uno de los grandes himnos de la banda, Sleep the clock around, desatando la locura del personal. El bis, Me and the Major, nos supo a poco. Muchos esperábamos un gran tema de cierre como el clásico The Blues are still Blue. Habrá que esperar a la próxima.

Marga Ferrer

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