Adiós a los cuernos rockeros

Por J.V. Paños, periodista

El 16 de mayo moría el genial cantante y músico Ronnie James Dio. Para los amantes del Rock su nombre es sinónimo de leyenda gracias a su trabajo en varias de las más exitosas bandas de la historia moderna como Rainbow, Black Sabbath, o en su propio proyecto que llevaba su nombre. El pequeño vocalista supo lo que era llenar estadios y ser bendecido por las críticas unánimes de músicos, expertos y público, por su gran técnica vocal y su influencia en la evolución del género musical.

Por el contrario, para el resto de los mortales, su fallecimiento debido a un cáncer de estómago a sus 67 años ha pasado desapercibido, sin saber que fue él quien creó un gesto que ha trascendido la estética rock para convertirse en parte de la cultura mundial: el símbolo de los cuernos con la mano. Lejos de esta última “anécdota”, la muerte de este gran dinosaurio del Rock nos recuerda, como decía un comentario de un internauta, que hay que ir por desgracia acostumbrándose a que estos maestros musicales e iconos no van a estar toda la vida junto a nosotros.

Lejos de la actual mercadotecnia de la industria musical que ensalza nuevo ídolos que cada vez tienen una vida útil más breve, el nombre de artistas como Dio ganan aún más enteros. El hecho de que bandas que cuentan con varias décadas a sus espaldas vuelvan a los escenarios o se oigan rumores de reuniones como la de Led Zeppelin, solo hacen que recordarnos que no existe un recambio generacional de referentes para estos grandes artistas que reinventaron la música popular sobre todo en los 70, una década prodigiosa en la que los formaciones musicales aparecían como champiñones, todas ellas con propuestas novedosas tanto en la manera de abordar las estructuras de las composiciones como en la manera de llevar a cabo las interpretaciones al instrumento.

Hoy hemos de poner en valor a esos músicos extraordinarios que “nos miran desde la pared” como decía la canción de Barón Rojo, por el legado artístico-social que nos van dejando. Los nuevos mesías parece que huelen más que nunca a cadena de montaje.

V.P.

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