Por Margar Ferrer, fotógrafa de prensa
Hablemos de una red social que se llama twitter…
No se hunde el mundo, supongo, por no ser usuario de alguna red social. Pero también es cierto que cuando ser usuario se convierte en una rutina diaria, es difícil imaginar la vida sin esa comunicación. No hay vacíos, a unas horas hay uno y a otras, otros. Enlaces con el mas allá e informaciones al instante. Listas de contactos que van en aumento y que cada vez llenan más mi tiempo, mis emociones y mis conocimientos. En contacto con cualquier información, a la carta, sin límite de espacio aunque, en mi caso, sí de idioma Ya me lo decía mi madre: “Hija, estudia inglés”. Y así tuve que haberlo hecho
Ventanas de información, como jeroglíficos, “aceptar, aceptar “, y adiós a meses de contactos, personales y profesionales vitales.
Hace apenas dos meses me agobiaba ver a la gente enganchada al ordenador o al teléfono móvil. Pensaba: “Se pierden el contacto real con el mundo”. Unos meses después, siento todo lo contrario y, para ello, he tenido que perder mi cuenta de Twitter, mi nick, mis contactos y mi comunicación con el resto del mundo más allá de los vecinos, la panadera, el jefe del periódico y de un millar de personas más que demasiado a menudo no responden ni al saludo.
Intentar llenar el vacío de Twitter con Facebook es un error, resulta aburrido, el ritmo es distinto. Es como tener un motor de 200 caballos y pasar a uno de 70. Anda, pero las sensaciones son distintas
Y así, sin más detalles, he pasado una semana entera sin Twitter, como un mes, intentando recuperar mi nick y mis contactos, pero ha sido absolutamente imposible. De enlace en enlace al final he recurrido a los sabios consejos de mi madre: “Hija a veces para ganar hay que perder”. Así que bye, bye, MargaFerrer con 347 followers y hello Marga_Ferrer, con 71 y en aumento…
A.P.V.