Aires lisboetas
No hay nada que quede por decir de Lisboa, al menos nada nuevo que decore la belleza de la capital portuguesa; una ciudad impregnada de solera, de decadencia, de una tarjeta de memoria lo suficientemente amplia de capacidad como para devolver al que la visita a épocas de descubridores, al siglo XIX, al XX, a dos décadas atrás y al futuro.