360gradospress comparte preguntas de galantería con el maestro del oficio: Arturo Fernández
F.C. Mi madre siempre decía que Arturo Fernández era un ejemplo de caballerosidad. Otras personas le recuerdan por los trajes, incluso por el chatín televisivo que, según afirma, le condujo definitivamente a la popularidad. A sus 81 años continúa representando los papeles de presumido empedernido y de seductor inagotable. Le gustaría que alguien viniera y le dijera dónde termina la cuenta atrás que le depara su destino y echa de menos las cartas de amor que recibía antes de que las nuevas tecnologías dejaran las letras por los caracteres. Recibe a 360gradospress en el escenario del Teatro Olympia, donde representa hasta el 12 de abril La montaña rusa.
¿Cómo analiza una trayectoria tan dilatada?
La profesión que eliges ha de gustarte por encima de todas las cosas. La analizo pensando que no he defraudado a mi público. He buscado siempre el mismo personaje. Yo siempre digo que soy Arturo Fernández arriba en el escenario. Pero si el público acepta esos cuatro o cinco tics que tenemos todos los actores ahí es donde reside el éxito del actor. He sido el galán, un actor con un físico agradable que puede seducir arriba de un escenario por lo que ha escrito otro, no por mí mismo.
Y un galán en la faceta de actor, ¿cómo se representa en su vida privada?
Pues ese Arturo Fernández es totalmente opuesto, ya me gustaría ser como mis personajes, que son divertidos, encantadores, con una inconsciencia brutal. Mi vida es otra. La vida del actor es totalmente distinta a la que el público se cree. Ahí es donde radica la magia. Efectivamente damos lo mejor de nosotros mismos cuando se levanta el telón. Un momento en el que todo es fabuloso y en el que representas los diálogos que alguien ha escrito y la gente cree que eres tú quien los ha inventado. Es bonito, incluso debes alimentar esa creencia que tiene el público. De hecho, yo intento en la vida real ser un poco esa representación del hombre que se pone arriba en el escenario, ese que procura ir limpio y que viste bien. También porque vengo de una generación en la que ir limpio y ser agradable hacia los demás representa la ilusión de las personas que te ven.
¿Cómo interpreta entonces la forma de vestir y de entender de los actores de hoy alguien que representa en vida el papel del galán tradicional?
Son los momentos y las modas. Pero creo que los buenos modales prevalecen toda la vida. Un actor se debe al público porque nada somos sin el público. Pero la juventud va exactamente igual que esos actores jóvenes actuales, contra los que no tengo nada porque yo voy bien como voy.
¿Qué fue lo que llevó a Arturo Fernández al escenario?
Fue el destino. Si por aquel entonces me dicen que iba a ser actor me hubiera muerto de risa. Todos tenemos marcado un destino para nacer y para desaparecer. Por mucho que hagas y por mucho que cuides, si tu día es mañana olvídate de todo. Pertenezco a una generación perdida que ha tenido una guerra civil, una posguerra civil, una guerra mundial, una posguerra mundial
Nos han caído palos por todos los lados y hemos tenido que buscar nuestro camino y nuestra vida. Mi madre quería que yo estudiara pero ignoraba que quien había inventado las faltas de ortografía era yo. Intenté muchas profesiones, desde boxeador a vendedor de chocolate o de colonias en un almacén, mecánico y electricista y todavía no sé poner ni una bombilla. Hasta que encuentras tu destino, que tienes que ir a por él.
Pero, ¿en qué momento entonces llegó ese destino teatral?
Alguien me dijo que tenía buena facha y me animó a hacer figuración. Luego hubo un ayudante de producción que me dio una frase y así empecé hasta estar hoy sentado contigo.
Dice que vendió colonias. Dentro de esa faceta de galán que representa, ¿cuál cree que es el mejor aroma para que un hombre seduzca y cuál es el aroma que más le gusta de una mujer?
El aroma a piel sobre todo. Reconozco que soy muy presumido y cuando una mujer me dice ¡qué bien hueles! yo siempre le digo es mi piel. Siempre puedes engañar, la fantasía siempre es importante ante una mujer. Todo es válido para la conquista.
¿Cuál es su principal truco para conquistar a una mujer?
Hay mucha competencia, no te lo digo.
¿Cuál es la representación de la que conserva un recuerdo especial?
Recuerdo más la peor, pero la mejor es difícil porque mi profesión está llena de momentos verdaderamente agradables. Cuando recibes el aplauso es algo que todos queremos cuando no somos nadie. Por eso mi profesión es tan admirada. Pero, al mismo tiempo, es muy ingrata, llena de soledades. La vida de un actor no es la misma que cuando lo ves encima de un escenario. La soledad es parte de nuestra vida. La del actor es una vida llena de dudas y de unos complejos verdaderamente terribles.
¿Qué manías tiene Arturo Fernández en su vida cotidiana, fuera de supersticiones puntuales de cara al escenario?
No tengo, son todo virtudes las mías. No tengo ningún defecto. Mi padre siempre me dijo que hablara bien de mí y que cuando alguien hablara bien de mí ni se me ocurriera interrumpirle.
Una de esas virtudes serán los cuidados, ¿cómo lo hace para lucir una imagen tan impecable a sus 81 años?
Lo hace el ser tú mismo. Si los cuidados significan ser mejor, ya es algo artificial. Las cosas se hacen como uno mismo.
¿Cómo celebra sus cumpleaños?
Cuando llegas a esta edad o eres un inconsciente que piensa que tiene 40 años, que es lo que me está sucediendo a mí, o te asalta el temor de que ya en esta vida estás de prestado, porque deja de ser normal. Tengo un amigo que me dijo que yo siempre me iba a quedar aquí y pienso que se puede dar el caso. Vives con ese temor, qué duda cabe. Eres consciente de que ya son 81 años y que un día no despiertas y que se acaba. Da mucha pena pensar que no podrás seguir besando a tus hijos o no seguir viendo aquellas cosas bellas que te gustan. Pero, repito, todos tenemos un destino marcado. Me encantaría que alguien me pudiera decir qué días o qué meses voy a durar. Lo afrontaría bien.
¿Qué escenario que no haya pisado le gustaría pisar?
Los guapos siempre subimos al cielo. Supongo que es posible que haya un escenario que me esté esperando allí. He pisado casi todos los teatros que hay en España, nunca he querido salir de mi país.
Hablemos de la televisión, ¿con qué se queda de su paso por la pequeña pantalla?
Me ha dado una popularidad que yo siempre pensé que tenía. Pero cuando hice Truhanes y La casa de los líos comprendí que era un auténtico desconocido hasta ese momento. La televisión te da una popularidad increíble. A cualquier aldea o sitio que voy hay alguien que abre la ventana y me dice: “¡Chatín!”.
Woody Allen, muy relacionado con su tierra y con Oviedo, ha dicho recientemente que si tuviera más talento le gustaría pasar su vejez tocando, ¿se siente identificado de alguna forma desde su faceta artística?
A mí siempre me hubiera gustado cantar boleros, pero si lo hiciera sería como escuchar cantar a un perro. Mi vida no va por ese camino pero entiendo perfectamente que a Woody Allen le guste esa faceta de músico.
¿Qué opina de la inmediatez actual que concede internet, las redes sociales, los móviles
?
Que está fuera de mi alcance. Mis hijos me regalaron un móvil que suelo dejarlo en casa y cuando alguien me pide mi número le digo que lo desconozco. No van conmigo. Yo soy de los hombres de las cartas de amor. Recibir una carta de una mujer es de las cosas más bellas que te pueden suceder. Hoy ya no recibo ninguna y eso me jode muchísimo.
¿Cuándo escribió su última carta?
Memorizo alguna, pero temo escribir por mis faltas de ortografía.
Marga Ferrer