La pipa: ese extraño entre fumadores

Llegó la actualización de la Ley Antitabaco en España y la consecuencia más visible ha sido la de ver a los fumadores echar humo (textualmente y otros verbalmente). Entre los pequeños comités de cigarrillos encontramos a un gran ausente… Los vemos de uvas a peras y pensamos: ¿dónde demonios se han metido?, ¿existen? Nos referimos a los fumadores de pipa.

Con la crisis los consumidores volvieron al tabaco de liar, a urgar sus dedos en la materia prima a la que pegan fuego, como hacen los amantes de la pipa. Sin embargo, a estos los vemos poco, casi más en películas, como tópico del hombre reflexivo. Nosotros nos ponemos en contacto con el artesano y fabircante de pipas Rafa Martin para que nos adentre en el mundo de este objeto.

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En primer lugar debemos calmar la duda. ¿De qué modo afecta la nueva normativa a las costumbres de consumo del fumador de pipa? “No les va a afectar porque generalmente fuman en casa o en grupo”, apunta.Y es que como señala Martin, “pocos se ven por la calle con ella. Es un acto reflexivo, en el que se degusta el tabaco y se disfruta de la pipa como objeto. La mayoría lo hace en casa, se prepara su tabaco, mezclando diferentes tipos, con sosiego y tranquilidad.

Es volver a la antigua usanza de cuando se fumaba en pipa y la gente se juntaba para hablar de negocios o después de la cena en compañía. Si vamos a los inicios del tabaco vemos que es un lazo de unión, sólo era eso”.

Al preguntarle sobre el perfil del fumador de pipa explica que “no lo quiero mitificar como una persona inteligente, estudiosa o reflexiva. Es una persona normal con sus defectos y virtudes. Quizá lo de que sea una filosofía de vida está más mitificado por los de fuera que por los de dentro. Lo que sí que es evidente es que el fumador de pipa es un poco sibarita, se deleita con la variedad de tabacos, con las formas y acabados de las pipas”, explica. Aunque también, según nos cuenta este artesano, hay quien compra pipas y no las usa para fumar, “sino que les gusta el objeto”.

Una familia ligada al tabaco
“Desde que era muy joven yo siempre decía que cuando fumara lo haría en pipa”. Rafa no tenía una antecedente en la familia de fabricantes de pipas, pero siempre estuvieron relacionados con el tabaco.Tres generaciones expendiéndolo. Asimismo, su padre sabía del arte de trabjar la madera porque era ebanista. “Yo recuerdo que las primeras pipas las hice con caña con quince años para unos amigos míos más mayores con una navaja. Siempre se me ha dado bien trabajar con las manos. No obstante, los inicios de la empresa actual fueron un tanto curiosos. “Un día ateniendo la expendiduria le dije a un amigo mio fumador de pipa que no era tan dificil hacerla.Yo compré una boquilla y un taco al que le di forma y se la regalé. Me picó la curiosidad”. Más adelante “indagué por Internet, me compré libros y así empecé sobre 2003”. En 2005 ya sacó su propia marca.

No recuerda cuántas puede haber hecho, hay años que hace mil y otros unas 500. Unas las realiza a mano con un proceso más laborioso y otras de forma mecanizada. A las series de pipas mecanizadas le pone un nombre valenciano. Por ejemplo explica Martin, “hay una forma a la en Inglaterra se le llama póker, aquí yo la he llamado Truc (juego de cartas), y a otra más grande Retruc”. Otras son la Micalet, o la Albufera. “Una persona que deja de lado sus raíces pierde el rumbo”, reflexiona.

Respecto a las artesanales, las hace ” a su gusto” y las pone a la venta. La fabricación de este tipo de piezas puede ser de uno a tres días según el proceso que lleven. Entre los pasos más importantes de la fabricación de la pipa está el hervido del brezo durante 24 horas una vez ha pasado por el aserradero y el posterior secado que como mínimo ha de ser de ocho meses.

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Aún así, Rafa Martin explica que él no compra madera que no haya estado mínimo cinco años secándose para sus cazoletas. Luego compra la ebonita para la boquilla que son unas barras de un metro que él tornea, agujerea y da forma. Las mecanizadas en cambio hace un diseño y la manda a la fábrica, desde donde le llega la pipa semiterminada. Él da los útimos acabados de lijado, rusticado y le aplica la boquilla. Obviamente los precios son diferentes. En las mecanizadas de Rafa Martin el coste ronda desde los 40 euros a más de 100. Las hechas a mano arrancan en los 100 y llegan hasta los 400 o 500 euros.

Sobre la situación del sector de la fabricación de la pipa, este artesano nos señala que “se mantiene y creo que está subiendo, sobre todo porque fumar en pipa en eternamente más barato que en cigarrillos”.

V.P.

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