Fotografía de Estrella Jover | Tres redactoras del proyecto 'Impresas'
Fotografía de Estrella Jover | Tres redactoras del proyecto 'Impresas'

Nace ‘Impresas’, la primera revista creada por internas de una prisión

Claudio Moreno
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Hay proyectos que lo apuestan todo al resultado definitivo y otros que, más allá del broche final, están plenamente justificados con el hecho de haber emprendido semejante recorrido. Proyectos que merecen la pena solo por existir. La revista ‘Impresas’ es un buen ejemplo de ello. Se trata de la primera revista editada exclusivamente por mujeres en el Centro Penitenciario de Picassent (València), el más grande del Estado; una iniciativa consistente en impartir una serie de talleres teóricos y prácticos en los que participan 15 mujeres que finalmente serán las encargadas de la publicación de manera íntegra: desde seleccionar los temas y el diseño hasta elaborarlos para su posterior publicación. En 360 Grados Press hemos querido charlar con Pilar Almenar, la periodista que lidera esta estimulante iniciativa:

Cuéntanos, ¿cómo nace Impresas?

Yo llevo varios años trabajando en el periodismo social y sabía que la comunicación es una herramienta muy fuerte de empoderamiento social. Quería aplicar esa herramienta con algún colectivo concreto y surgió a partir de conocer a Javi Vilalta, director de AMBIT, una asociación que lleva 25 años trabajando con reclusas y exreclusas con enfermedades mentales. Me pareció interesante poder aplicar esta herramienta en el entorno penitenciario, donde hay una absoluta privación de la libertad y una enorme limitación de la comunicación.

De inicio había una cosa que no quería: que esto se quedara en un mero taller ocupacional. Quería que tuviera un impacto social real, y para eso empecé a montar un pequeño grupo con mujeres que admiraba del periodismo y del ámbito social, gente como Laura Bellver, Estrella Jover, Lucía Blanco, Cristina González y Rus Martínez. Tres periodistas y tres especialistas en el ámbito social. Con este equipo multidisciplinar estuvimos trabajando un año para desarrollar el proyecto, sin ejecutar nada; trabajamos con varias mujeres que son usuarias de AMBIT, exreclusas, y con ellas contrastamos la idoneidad de lo que estábamos haciendo.

¿Qué feedback os dieron las exreclusas?

Teniendo en cuenta que prácticamente todas las comunicaciones que hacen las tienen que hacer por escrito, que en general es un entorno en el que las libertades de manera genérica están muy limitada, desde el menú de las comidas hasta el horario de entrada y salida de la celda, cualquier actividad de creación y de dejar volar la imaginación es bien recibida.

Cuando presentamos el proyecto dentro del centro para que se apuntaran de manera voluntaria, algunas de las mujeres preguntaron que si iban a poder escribir con absoluta libertad. Por supuesto, respondimos. Pero ¿de verdad?, insistieron ellas. En cierta manera, esto va en contra de la tónica habitual de este tipo de institución, donde todo tiende a la restricción y el orden. Nosotras trabajamos con algo completamente distinto: tú tienes opinión, tú tienes una voz y yo estoy generando un espacio para que utilices esa voz de la manera que consideres oportuno.

¿Ha habido alguna limitación por parte del centro penitenciario?

A nosotras absolutamente nadie nos ha dicho qué tiene que incluir la revista. No hay ningún tipo de censura. Esto es algo que me gustaría remarcar, porque todos los temas los han propuesto ellas, el tipo de textos, el nombre de la revista, la maqueta y hasta el diseño de la imagen de cubierta. Han elegido cómo quieren que sea su revista en todos los sentidos. Sin cortapisas.

Fotografía de Estrella Jover | Dos de las redactoras de la revista 'Impresas'
Fotografía de Estrella Jover | Dos de las redactoras de la revista ‘Impresas’

¿Y algún otro tipo de obstáculo?

Lo más complejo quizás ha sido la permanencia de ellas en el taller, en el sentido de que empezamos el taller 15 mujeres y según ha ido avanzado el tiempo se han ido descolgando hasta quedar solo 5 personas que vienen de manera regular al taller.

Hay que entender que las circunstancias personales de cada una son muy diversas y no siempre favorables. El entorno penitenciario es muy duro en el sentido emocional y psicológico y hay mujeres que han ido abandonando. No obstante, vamos a intentar que las que empezaron y ya no están hoy en el taller también se vean reflejadas en la revista, porque para nosotras todas cuentan.

¿Cómo ha sido la formación en el aula? ¿Habéis enseñado a redactar?

Lo sorprendente es que ellas escriben mucho más que las personas que están en la calle, porque no solamente tienen mucho más tiempo, sino que la comunicación con sus familias, en la inmensa mayoría de las veces, tiene que ver con las cartas manuscritas.

Ellas son mujeres que escriben muy bien, y algunas de hecho escriben extremadamente bien. Por lo tanto no hemos tenido que dar ninguna clase de gramática o redacción como tal, pero sí que hemos ido abordando distintos estilos y géneros periodísticos y literarios para que ellas decidieran con qué registro querían escribir. Materialmente clases teóricas no ha habido. Ha sido todo participativo al 100%.

¿Qué tipos de temas se han propuesto en la revista?

Los temas son tan diversos como lo son ellas. Hay gastronomía, recetas, poemas, relatos, crítica literaria, crítica de cine, artículos de opinión sobre actualidad, entrevistas y hasta una sección de chistes.

¿Y cómo se ha financiado el proyecto?

Hemos contado con la financiación de Ambit y con la Obra Social “LaCaixa”, que nos ha apoyado bastante. La impresión de los ejemplares corre a cargo del centro penitenciario. Asimismo, hemos tenido el apoyo de la asociación Adonar, del Instituto de Derechos Humanos de la Universitat de València y del Vicerrectorado de Cultura e Igualdad de la misma universidad.

De momento vais a salir con un número único, ¿consideráis que el proyecto tendrá más recorrido en el medio plazo?

Ellas nos han dicho que les gustaría que hubiera una segunda edición, y el centro también nos ha dicho que quiere lo mismo. A nosotras nos gustaría poder hacer esa segunda edición, pero no queremos ser incautas. Vamos a terminar este primero, ver qué se puede mejorar y qué necesidades tenemos, porque esto nos ha supuesto una cantidad de trabajo ingente y de ensayo-error muy grande. Además, la financiación es capital: si no podemos conseguirla para hacer un proyecto más largo sería muy difícil sacar otro número adelante, porque tendríamos que seguir quitándole horas a nuestros trabajos habituales.

En el número que está por llegar, ¿qué plazos manejáis?

Empezamos el 5 de octubre, fecha en la que hicimos una presentación dentro del centro penitenciario para que se inscribiera quien quisiera. Los talleres empezaron a finales del mes de octubre y se van a extender hasta el 25 de enero. Estamos en la fase final de edición de los últimos textos y de ver cómo encajarlos. En febrero será el momento de imprimir, y esperamos tener los ejemplares el 8 de marzo para hacerlos coincidir con el Día de la Mujer.

De momento la distribución va a ser un tirada pequeña en papel. El juego de palabras del título –Impresas– tiene que ver con el hecho necesario de que la revista sea impresa en papel para poder salvar la brecha digital con sus familias. Queríamos que ellas pudieran hacer entrega física a sus familias del ejemplar, que hubiera esa transmisión del tipo: “Esto es lo que yo he sido capaz de hacer, soy mucho más que una persona reclusa”.

Así pues, de la tirada va a ser pequeña y está previsto que se quede en el entorno penitenciario. Si de aquí al final del proyecto conseguimos hacer algún tipo de distribución añadida, lo comunicaremos porque nos encantará que la gente conozca todo lo que ellas tienen que decir, que es muchísimo.

No sé si os habéis fijado en otros proyectos similares a la hora de abordar Impresas o, en cambio, consideráis que se trata de un proyecto pionero.

Sé que en la presión de Ibiza hay una revista, pero la escriben hombres y mujeres. Y en la prisión de Picassent se editó hace unos 20 años otra revista, pero también era mixta. Además ese proyecto ya se abandonó. No tengo constancia de que haya habido ninguna revista hecha íntegramente por mujeres reclusas y exreclusas; sería una lástima que existiera y no la conociera.

Lo que para nosotras sí es pionero de alguna manera es el hecho de trabajar dentro del ámbito periodístico y artístico ligado con el ámbito social. Esa forma funcionar sí que puede ser más innovadora en el ámbito penitenciario, donde todo tiende a lo asistencial y a lo terapéutico.

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