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#Pelaezleaks - página 2

Abatido por el rey

La semana comenzó en la redacción del periódico de provincias de Peláez con la mirada puesta en la historia pues el humilde plumilla dedicó un reportaje a Demóstenes, de quien su jefe nunca había oído hablar. No es algo excepcional, como bien sabemos, pues a este hombre le es ajena la historia y también la propia realidad que le rodea.

Manzana pera limón

Ya hemos dicho en más de una ocasión que el jefe de Peláez es una de las personas más sorprendentes que hemos llegado a conocer. Tanto que, según hemos descubierto esta semana, no es un hombre sino un perro que, tras hincharse a bolitas para canes, se ha puesto a ladrar.

Lentejas

¿Dónde está la sede del periódico de Peláez? En provincias, no sabemos más. No conocemos con exactitud el lugar en el que se haya esta misteriosa redacción, pero sí que sabemos que el director tiene menos idea aún por cuanto el pasado jueves no fue a trabajar –o a pasar el rato– ya que estuvo festejando San Isidro creyendo que vivía en Madrid.

Un hombre al margen

El jefe de Peláez vive en su mundo y ese mundo no tiene nada que ver con el mío, con el tuyo ni el de nadie. Es un hombre al margen que no sabe de qué es realmente la crisis y que fue encerrado en el calabozo por tratar de evitar que uno de los candidatos a las elecciones europeas iniciara la pegada de carteles. El pobre hombre creía que era un acto vandálico no simbólico. Pero, aun así, Peláez sigue a su lado, quizás porque no tiene otro sitio donde ir o quizás porque, como nosotros, lo echaría de menos.

El ave rapaz

Semana de puente en la redacción de Peláez, al menos para el jefe que se ha dedicado a una de sus grandes pasiones: holgazanear. Ya de vuelta, el pasado lunes, el director del periódico de provincias acondicionó su despacho al más puro estilo mafioso con el fin de convencer a Peláez de cometer un asesinato contra… él mismo.

Un jefe hambriento

No es para elevar a la categoría de titular, pero el superior de Peláez continúa marcando el paso de su estrafalaria vida al mando del periódico de provincias a base de excesos culinarios. Mientras su avezado periodista se afana en dar el sentido más deontológico a la profesión, el tragaldabas del director centra el tiro en salvar las deudas que acumula el rotativo mirando hacia Asturias, comiendo cuatro jamones en dos horas o jugándose ‘al me quiere, no me quiere’ de una triste margarita el destino laboral de su redactor.

El motor de la redacción

El inicio de la semana de Pascua en el periódico de provincias de Peláez fue de lo más paranoico. Si el redactor más sufridor de la profesión ya no tenía suficiente con los excesos culinarios e ignominiosos de su jefe en fechas anteriores, la vida de éste discurrió por los vertiginosos caminos del suicidio, la fabada asturiana y la sordera etílica.

Una piscina en la redacción

La llegada del buen tiempo ha animado al jefe de Peláez a tomar unas decisiones un tanto estrambóticas. Esta semana ha decidido comprar una piscina para instalar en la azotea de la redacción mientras el sufrido redactor sigue demandando que le abonen las mensualidades que tiene pendientes. Unos días antes también amenazó con dimitir como director del periódico y mudarse a vivir a Benidorm pero ese paraíso con el que sueña era un simple espejismo.

Una casa de locos

La situación no es fácil. Mejor dicho, la situación es insostenible. No se venden periódicos, las deudas aumentan, la moral de la tropa decae. Así las cosas, el jefe de Peláez toma una decisión: buscar una exclusiva, esa gran noticia que revertirá la situación. Esa exclusiva partirá de asesinar al mensajero, es decir, al redactor, es decir a Peláez. Así comenzó la semana en la redacción del periódico de provincias… ¿Y cómo terminó? Con referencias a Millán Astray, al ajedrez y a Íker Casillas. En definitiva, una casa de locos.

Entre la realidad y la ficción

Tratar de comprenderlo todo, pero no enterarse de nada. Esto es lo que frecuentemente le sucede al jefe de Peláez de quien esta semana hemos descubierto su desaforada pasión por las series televisivas que le hacen tener dificultad no solo para distinguir realidad de ficción, sino también diferenciar entre unas ficciones y otras.

Todo un reportero

Si alguien se os acerca, queridos lectores, y os dice "tengo grandes planes para ti", échense a temblar. Eso es lo que debía haber hecho el bueno de Peláez cuando su ínclito jefe le dijo la mencionada frase pues esos grandes planes no eran una corresponsalía en el extranjero ni una jefatura de sección, sino retirar el gotelé de las paredes de la redacción.

Entre arenques y parchís

Seguro que a ustedes les ha sucedido también. En algún momento de la vida se han cruzado con alguien que ha ejercido gran influencia en su manera de pensar o en su carrera profesional. Suelen ser considerados como auténticos padres por la entrega y devoción con la que nos han tratado siempre.

Atrapado en el tiempo

Hace unas semanas se nos fue Harold Ramis, actor y director de cine estadounidense autor de "Atrapado en el tiempo", una de las más bellas, encantadoras e inolvidables comedias de las últimas décadas. Siempre le recordaremos y, no sabemos muy por qué, pero parece ser que el jefe de Peláez también lo hará, o al menos eso nos ha parecido esta semana cuando ha aparecido por la redacción al más puro estilo Bill Murray quejándose en estar viviendo siempre en un perpetuo día de la marmota. Nosotros sabemos que no es así, aunque también nos damos cuenta de que la comida, la bebida y él mismo son las sempiternas pasiones de nuestro director de periódico favorito.

Una semana de cine

La ceremonia de los Óscar ha centrado la atención en la redacción de Peláez esta semana. En primer lugar, decidido a dar dimensión internacional a su medio, el director le quiso enviar a Los Ángeles aunque el pobre plumilla no pasó de quedarse en la se del diario provinciano encerrado en una maleta.

Periodismo cuántico

La lógica es algo absolutamente ajeno a la redacción en la que conviven Peláez y su jefe. En más de una ocasión hemos de pellizcarnos o frotarnos los ojos ante lo que en este lugar sucede. Esta semana, de hecho, hemos asistido a algo que jamás habríamos podido imaginar, el jefe de Peláez, tan alejado siempre de las nuevas tecnologías, ha creado su perfil en Facebook.

Una vida difícil

Decía John Lennon que la vida es lo que te pasa mientras estás ocupando haciendo planes. Algo así es lo que siempre le ha pasado el jefe de Peláez, director del periódico de provincias que nos ocupa, quien siempre fija su atención en lo que ha pasado o en lo que habrá de pasar.

La semana de los Goya

Los premios Goya han sido los auténticos protagonistas de la última semana en la redacción en la que trabaja Peláez y se toca la barriga su ínclito jefe. Este, de hecho, insistió en que el humilde redactor entrevistara al célebre pintor aragonés, sin saber que se trataba en realidad de un galardón cinematográfico y, lo que es peor, que el artista universal lleva ciento ochenta y cinco años muerto.

Ocultar la decadencia

El modelo loft ha sido implantado en el periódico en el que trabaja Peláez, nuestro plumilla de referencia. La razón no es una querencia por la modernidad o el diseño, sino que su jefe ha retirado el tabique que separaba su despacho de la redacción para colocarlo en la cama que comparte con su mujer, por petición de esta. Este hombre no duda en hacer cambios en su vida, aunque suelen afectar casi siempre a los demás, no a él, que sigue con su envidiable existencia a base de suculentos desayunos, profundas siestas y agudas borracheras.

La vida es sueño

La vida es sueño. Y, en el caso del jefe de Peláez, mucho sueño. Lo sabemos porque una y otra vez lo vemos dormirse en las esquinas, echándose siestas después de desayunar o roncando plácidamente en su sillón cuando asegura que está reflexionando. Pero, más allá de eso, ¿qué pasaría si realmente fuera así? ¿Si todo fuera un sueño? ¿Si nada de lo que vivimos fuera real?

Problemas con el alcohol

Creemos que es hora de decirlo. El jefe de Peláez tiene un serio problema con la bebida. Sea la hora que sea, pase lo que pase a su alrededor, este hombre necesita dar un trago. De hecho, sabe que debe dejarlo, pero lo dice botella en mano. Está tan viciada por el alcohol su mirada hacia el mundo que, tras la muerte de la abuela de Peláez, creía que la urna que contenía las cenizas de la difunta era una coctelera.

Elogio del pelotazo

No lo olvidemos. Esto es un periódico. O debería serlo. Así lo considera Peláez, el humilde periodista de provincias que trata de ejercer su oficio contra viento y marea, es decir contra su jefe. Este ínclito mandamás, como a sí mismo se llama, no quiere oír hablar de corrupción o cualquier otro asunto que pueda molestar al alcalde no porque sea de su mismo ideario político –que no tiene– sino porque es su pareja de tute.

Nada ha cambiado

Comienza un nuevo año en la redacción de Peláez, aunque para el humilde periodista de provincias, y nos tememos que para su jefe también, todo sigue igual. De hecho, el pobre Peláez no ha tenido ni un solo día de vacaciones en Navidad, atado a un diario que no funcionaría sin su trabajo, y su jefe tan solo ha pasado por la redacción para reírse de él.

Semana gastronómica

La Navidad en la redacción de Peláez y Navidad es, como el resto de momentos de la vida, para su ínclito jefe, una excusa perfecta para beber y comer o, quizás mejor dicho tratándose de quien se trata, tragar.

La cultura del tragar

Se acerca –como una amenaza consumista– la Navidad, y el jefe de Peláez considera necesario decorar la redacción del periódico que dirige. Lamentablemente, carece de presupuesto y ha pedido a su redactor esta semana que tale el magnolio de la rotonda y lo adorne con unas bolas de billar.

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