Valencia Street Supporters

360gradospress accede a perspectivas de la carrera diferentes a las vistas por televisión

ÓSCAR DELGADO, Valencia. No hay reunión de la comunidad de vecinos, son los aficionados a la Fórmula 1, que han encontrado en las terrazas ubicadas frente al circuito otra forma de encaramarse al sonido de los bólidos. Los que han pagado no tienen derecho a acceder con bebidas, tienen que comprarlas dentro. Desde los balcones, los refrigerios se toman en vasos de cristal, el ruido de los monoplazas se atenúa con las vistas de la dársena del puerto y las viandas corren a ritmo de manjar casero. Hay muchas formas de ver la Fórmula 1. También desde la barrera y nunca mejor dicho, la que separa la playa de la Malvarrosa del trazado, antiguo lugar de ocio con motivo de la America’s Cup de vela. Playa, bronceador, nevera y F1, ¿qué más se puede pedir? El último Gran Premio de Europa celebrado en Valencia dejó escenas para todos los gustos alejadas de los focos de la atención televisiva que 360gradospress ha rescatado para sus lectores.

Hay menos gente que en 2008, la crisis dicen algunos. La verdad es que el año de F1 no está siendo para enmarcar, por lo menos para los que entienden y para los que quieren ver en el podio a Fernando Alonso. Menos gradas y menos expectación, a pesar de que la organización vende a bombo y platillo que se baten récords y que la afluencia es mayor. Los ojos no mienten. La playa de la Malvarrosa luce un aspecto distinto, de verano, como otro día de agosto, pero con los bañistas marcados por el estigma del ruido. Porque otra cosa no, pero ruido, estos monoplazas hacen subir los decibelios por encima de los parámetros marcados por la UE. A los aficionados es lo que les gusta, aunque no puedan hablar, sí pueden decir que estuvieron en el Gran Premio de Europa. Y eso, aunque sea en los aledaños, en bañador y desde el agua de la playa valenciana, ya es mucho.

Muchos se protegen del sol con gorras de Ferrari, de ING Direct, de Santander-Vodafone e, incluso, con viseras de RedBull, las mismas que utilizan otros deportistas que no son precisamente pilotos, sino más bien voleyplayeros. La policía se da cuenta de que hay muchos curiosos que se pasan de la raya y, montada a caballo, invita a los caraduras a bajarse de la valla a la que se han subido para intuir el paso de los bólidos. La estampa es de la España más auténtica: bañista con fardahuevos trepa por valla de cinco metros con la vigilancia de un agente de policía a caballo. Para desternillarse de risa.

Otros, del sector que ha optado por pagar una entrada para ver pasar bajo cuatro horas de sol de verano a veinte coches cuya interpretación de orden sólo puede ser resuelta bajo una ecuación lineal, apuran la docena de cervezas que habían preparado en una nevera que pretendían introducir en el circuito. Se las beben de trago “porque aquí no las vamos a dejar, ya que las hemos traído, nos las bebemos”, farfullan entre risas. A esta pareja de amigos decididos a pasarse un buen rato al sol bajo los efectos de la cebada se les ve como dos hormigas dentro de un hormiguero desde las terrazas de las casas que han tenido la suerte de que les coloquen un Valencia Street Circuit delante. La nevera, ni se distingue, las cervezas, menos.

En una de esas casas dejan entrar amablemente a 360gradospress para tomar fotografías aéreas de la carrera, algo que el semanario realiza mientras conversa con la familia que ha llenado su casa por encima de la ocupación registrada en Nochevieja. Canapés, patatas, cacahuetes, cerveza, bitter, vino, empanada y hasta una paella desfilan por delante de nuestros ojos. Alguno dice que ni los de la zona VIP van a comer tan bien. Falta champán francés, pero ¿para qué?, se preguntan, “nosotros bebemos a morro y nos da igual la Gripe A”. Todo un ejemplo. La vida son dos días. Hasta el próximo GP, de motos, y en Cheste.

F.C.

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