Tebeos de peso

El Museo L’IBER de soldaditos de plomo presenta una exposición de figuritas del mundo del cómic

F.C., Valencia. Un antiguo palacete de estilo gótico anclado en pleno centro histórico de Valencia es, desde hace dos años, el escondite perfecto para más de 84.000 soldaditos de plomo representativos de todas las etapas de la historia. Como el nieto que se sienta en el regazo de su abuelo para conocer experiencias, el Museo L’IBER permite acceder a escenas plúmbeas mediante vitrinas distribuidas en las salas que algún día fueron habitaciones, con la solera de las cosas que se cuentan y que la tradición se encarga de conservar con olor a añejo. Desde el 9 de abril, la fantasía se ha apoderado del último rincón del palacete. Cientos de figuritas de plomo y de materiales sucedáneos evocadoras de los personajes del cómic de hoy y de ayer descansan en sus estanterías para disfrute de los amantes del tebeo, de la ficción y del coleccionismo.

Los amantes del mundo de la ficción, en general, y del cómic, en particular, pueden acceder desde el Jueves Santo y hasta el 31 de diciembre en el Museo L’IBER de los soldaditos de plomo de Valencia a una nueva perspectiva de sus héroes en versión plúmbea. Aunque la exposición recoge figuras elaboradas con este material y con otros sucedáneos, es una buena oportunidad para ver en miniatura a los personajes de siempre, como Tintín, Mafalda, Lucky Lucke y los Hermanos Dalton, Astérix y Obélix, Mortadelo y Filemón, Capitán Trueno, Spirou, Garfield, El Zorro o, entre otros, a los personajes de la Bola de Dragón. Toda una sala del recinto destinada a dar rienda suelta a los recuerdos, recomponer las historietas aprendidas de memoria o contar anécdotas a los más pequeños sobre algunos personajes lejanos para sus recuerdos.

Museo de los soldaditos de plomo
El director de la colección de piezas que se exponen en el L’IBER Museo de los soldaditos de plomo es Alejandro Noguera, quien heredó de su padre la pasión por las figuras de plomo y convirtió en realidad el sueño de su progenitor de exhibir las piezas en un museo abierto al público. Noguera matiza que “mi padre comenzó la colección cuando tenía muy poca edad hasta que tomó una entidad tan grande que en los años ochenta pensó en hacer un museo. En 1981 se empezó a trabajar para hacerlo pero no se pudo abrir hasta hace dos años porque el trabajo y la investigación histórica son enormes”. Una vez finalizada las labores preparatorias, la familia buscó un lugar donde ubicar las piezas, “y preferimos crear una fundación para dedicar la casa familiar al museo”.

La colección de la familia acumula más de 1.200.000 piezas, “la más amplia y variada del mundo con enorme diferencia”, aclara Noguera. Sin embargo, no hay espacio para dar cabida a todas, “vamos abriendo salas pero no pueden entrar todas; ahora mismo hay expuestas 84.000 y esperamos llegar a exponer unas 600.000, pero iremos poco a poco, tenemos varios edificios por rehabilitar para ir abriendo salas”.

Artesanía e historia
“Muchos ven el soldadito de plomo como algo rancio o antiguo, pero yo siempre digo que en este museo lo que nos gusta mostrar son dos cosas: la artesanía en sí y el valor histórico de la pieza, lo que representa. Aquí cuando viene un colegio aprende historia. Desde ese punto de vista es donde tiene vigencia el soldadito de plomo. Es también el sitio perfecto para que venga un abuelo con su nieto””. El director del museo defiende de esta manera la vigencia y la actualidad de una colección camaleónica que va adaptándose al paso de los años. Entre las piezas que se exponen, tanto los batallones como los militares y guardias reales que reposan en las vitrinas, se observa una evolución trazada a la par que el paso de los tiempos. Incluso hay diseños de firmas parisinas de moda convertidos en figuras de plomo bajo la firma de una de las marcas más activas del sector del soldadito de plomo, Pixi (Francia). Precisamente, esta marca es la artífice de uno de las escenas más detallistas de la nueva muestra del cómic, con la representación pieza a pieza de una de los característicos banquetes galos de las tiras de Astérix y Obélix.

Una de las escenas que más le gustan al director del museo es la que refleja a Ramsés II en pleno combate y una de las más espectaculares, presentada sobre una maqueta de 4’72 por 2’80 metros, es la recreación de la Batalla de Almansa que enfrentó a los ejércitos de Felipe V de Borbón frente a La Gran Alianza del Archiduque Carlos de Austria.

Javier Montes

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