Los bocetos del cubismo

El IVAM enfrenta en un mismo espacio a Julio González con los dibujos que inspiraron ‘Las señoritas de Avignon’ de Picasso

ÓSCAR DELGADO, Valencia. Diez céntimos de franco pagó Picasso por el cuaderno escolar que convirtió en el álbum número 7 de los dibujos en los que se inspiró para pintar ‘Las señoritas de Avignon’ (1907), la obra que rompió con la tradición pictórica y abrió la puerta a la perpetuación de los ismos durante el siglo pasado. El pintor malagueño dio el primer paso, como máximo representante del cubismo, y favoreció la convivencia de artes bajo una misma expresión, como la que expone el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) hasta el próximo 6 de abril, que enfrenta los dibujos rompedores de Picasso con los bocetos y esculturas de Julio González en la etapa en la que éste comenzó a “dibujar en el espacio”.

“A lo largo de los años 30, la evolución de la escultura de Julio González aparece marcada por la aspiración a emanciparse del plano para conquistar el espacio. Sus obras siguen el concepto de ‘dibujar el espacio’”. Tres décadas antes, Picasso favoreció con ‘Las señoritas de Avignon’ el hito que rompió los estigmas tradicionales, el ideal del cuerpo femenino, los cánones marcados y el sentido de la profundidad. El artista malagueño utilizó las hojas de los cuadernos escolares de toda la vida, los de líneas con margen rojo y la tabla de multiplicar en la página trasera, para diseñar los borradores de la obra que hoy descansa en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Trazados con lápiz de grafito y toques de tinta china, los 84 dibujos que componen el cuaderno número 7 expuesto en el IVAM preludian el molde que iba a romper al pintor. Vértices puntiagudos, escasa profundidad, movimiento en las figuras, amontonamiento, líneas claro oscuras y máscaras como primeros ingredientes del nuevo arte que llegaba a principios del siglo XX.

Cual alumno que garabatea en sus hojas, aunque con la diferencia de ser Monsieur Picasso (como firma en el cuaderno objeto de la muestra), el pintor dejó reflejo de su golpe de timón y de la ruptura con el realismo, legado asumido después por otros artistas como Julio González en sus esculturas de forja y en los bocetos empleados por el escultor 30 años después en su afán por “dibujar el espacio”. Con todo, la muestra conjuga el interés por romper moldes con el apego a las tradiciones, tal y como se deduce de la disposición amontonada en la que aparecen las figuras de los borradores de ‘Las señoritas de Avignon’, emulando a los castellers, herencia de la etapa catalana del pintor.

Voro Contreras

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