Boxes en el dique seco

El Valencia Street Circuit olvida el olor a gasolina entre bicicletas, pescadores y viandantes

ÓSCAR DELGADO, Valencia. Una moto remolca a una bicicleta por donde cuatro meses antes Hamilton, Massa, Raikonen y Alonso calentaban motores esperando a que se apagase el semáforo. Nereo pesca en la dársena frente al lugar en el que un año y medio atrás el Alinghi entraba triunfal después de ganar la 32 America’s Cup. Andrés toma referencias en el puente giratorio por el que los bólidos de la Fórmula 1 transitaron a más de 200 kilómetros por hora porque en febrero será el paso de los participantes en la maratón que acogerá Valencia. Una turista descifra en un mapa la ubicación del complejo lúdico-deportivo que la ha llevado hasta los tinglados del puerto. 360gradospress se acerca el último día de 2008 al asfalto del circuito urbano de Valencia para conocer cómo sobrevive a la ausencia de competición y a la resaca de la más famosa competición internacional de vela.

Todavía permanece la pintura de la parrilla de salida, los pianos del color de la bandera oficial de la Comunitat Valenciana (amarillo, rojo y azul) y la leyenda con letras blancas sobre fondo azul que localiza el circuito de Fórmula Uno en Valencia. Los tinglados que un fin de semana fueron boxes están cerrados a cal y canto, los graderíos han desaparecido y el trazado ha sido rediseñado para dotarlo de funcionalidad con falsas isletas de hormigón y con señales que parecen sacadas de los kits desmontables de Playmobil. Son pocos los curiosos que aprovechan el último día del año para acercarse al circuito abandonado, los negocios de restauración están cerrados y las bases de los equipos que compitieron en la última edición de la Copa del América de vela se erigen fantasmagóricas en la dársena del puerto que se solapa al Valencia Street Circuit. La única bandera que permanece izada es la del Desafío Español, por eso de mantener el litigio que enfrenta al ganador, el Alinghi, con el Oracle, el gran derrotado que pretende alejar la competición de vela de las aguas de Valencia para la próxima edición de 2009 alegando la nula proyección histórica del Club Náutico Español de Vela como para erigirse en organizador de derecho de la nueva cita. Ahora se llama Marina Real Juan Carlos I, como si con cambiarle el nombre se fuera a modificar el destino caprichoso del viento.

Metamorfosis
La dársena del puerto de Valencia sufrió una metamorfosis hace dos años para albergar la máxima competición de vela. De aquel evento queda el retrato de las bases mentadas y el emblema arquitectónico de Chipperfield, el edificio Veles e Vents. El complejo cerró el año con la incertidumbre de la vela y con la resaca de la primera edición de la F1; con olor a madera húmeda, alentado por listones de un firme irregular que nadie pisa, que cruje como el de las casas de terror en las que sólo entran los espíritus, rodeado de locales de ocio a medio gas, de oficinas sin abrir y de ascensores apagados con óxido en los mecanismos. Como único aliciente, las carpas de un espectáculo de caballos que ultimaba sus actuaciones como traca final de la Navidad. Allí, Guillermo y Carmen, vecinos de Massanassa (Valencia) daban su último paseo de 2008 con la satisfacción de poder disfrutar de “una zona que de cómo estaba hace unos años a como está, es espectacular el cambio que ha dado. Es cierto que está un poco dejado, pero es que antes no se podía ni venir”, comentaba él con la mirada perdida en el horizonte.

Frente al edificio, lo que en época de Copa del América fueron terrazas y chiringuitos, el asfalto del otro tramo del Valencia Street Circuit, comunicado por el puente giratorio que hubo que adaptar a las exigencias del trazado para bólidos. Está abierto, por lo que para llegar hasta el otro extremo hay que rodear toda la dársena, llegar hasta la zona comercial de navegación y acceder, en coche si puede ser, al circuito como un sonámbulo al volante de un utilitario, a 50 kilómetros por hora por donde los pilotos de F1 circularon hace cuatro meses a 300. Pasamos junto al rincón donde amarran los barcos de pescadores, que recogen cabos y palangres el último día del año ajenos a tanta alharaca hasta alcanzar nuestro objetivo, el otro extremo del puente giratorio. Allí nos encontramos a Andrés Sánchez, de la Sociedad Deportiva Correcaminos que, ataviado con un peto fluorescente y sobe una bicicleta, toma referencias para la organización de la maratón que acogerá Valencia el próximo 22 de febrero y que aprovechará el circuito de F1 para darle una mayor proyección internacional. “Pasaremos por aquí entre el kilómetro 8 y 10, el tramo del Valencia Street Circuit para el corredor puede ser conflictivo por los vientos, lo que puede mermar un poco las marcas, pero el entorno merece la pena”.

No muy lejos de allí, a unos 100 metros, junto a una de las curvas rápidas del circuito, Nereo espera pescar las últimas presas del año sentado en una silla de camping colocada al abrigo de su coche. “Da igual que sea fin de año, yo siempre vengo 3 ó 4 horas al día. A veces me ponen problemas los vigilantes de seguridad, pero hoy ha habido suerte”. Tanta, que al irnos de su lado, un pez picó el cebo, el cual enseñó orgulloso. “Me habéis dado suerte, una buena forma de terminar el año”. El sueño de Nereo es poder pescar mientras los bólidos pasan a su espalda, “sería de categoría, pescar y ver la F1, pienso que el ruido no afectaría a los peces, los pescaría igual”.

El viento acelera su fuerza como las gaviotas acechan las presas de Nereo, como la ansiedad con la que una familia pasa las horas muertas del fin de año en los tinglados que no hace mucho fueron boxes, como el vecino que avista los últimos giros de 2008 trazados por las grúas del Grao, como la bicicleta que circula por el ahora carril de las bicis, el mismo que conserva ruedas de seco de la marca Bridgestone, como los turistas que no saben dónde tomar un refrigerio en un mostrenco arquitectónico que abandera la promoción de una ciudad amarrada a la dársena que alberga las competiciones organizadas por dos magnates, el de la vela y el del motor.

David González

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