Una tapita de Albert

Asistimos al concierto del intérprete catalán en el Teatre El Musical de Valencia

ÓSCAR DELGADO, Valencia. “Señoras, señores, el espectáculo comenzará en dos minutos”. La diferencia entre un concierto de Albert Pla y uno de otro cantautor es el aspecto teatral que adquiere su propuesta, el toque sincero de su papel en el escenario, donde, según él, “hace lo que puede”. Natural, como la vida misma, como los que llegan a su espectáculo con la suficiente antelación para tomar una tapa en el bar más próximo al recinto; queso jamón, tomate… propuestas sencillas y caseras para afrontar un concierto de andar por casa. Algo a lo que ayuda el carácter de Pla, una persona normal que, como cualquier otra, se levanta a pedir una tapa, saluda a los suyos, responde al móvil en la calle y pasa desapercibido entre la treintena de seguidores que cenan una hora antes de comenzar su actuación. Albert Pla, el mismo que se sube al escenario un rato después con una guitarra, un amplificador y un juego de luces para teatralizar los temas de su último disco: ‘La diferencia’.

Lleva casi veinte años en esto, la normalidad con la que lo afronta le ha permitido cruzar la línea roja del escenario en su vertiente más teatral, más musical. ¿Cantautor, actor o artista? Se siente cómodo en todas las facetas, porque Albert se transforma cuando está frente al público, de tímido cliente de un bar se convierte en el cantante satírico, burlón, ácido e irónico que conecta con su público, al que hace reír, aplaudir y llorar con la misma naturalidad con la que explota todos los defectos que cualquier purista al uso encontraría en sus actuaciones. Las canciones de su último disco recuperan la versión más tradicional del cantautor catalán, en las que la rumba juguetona y las historias retorcidas referidas a cuestiones cotidianas hacen bailar los pies de los asistentes y las conciencias de los que quieren darle más importancia de la que tienen.

Un pobre ‘Corazón’ que se escapa de juerga, ‘La diferencia’ entre estar mojada o lubrificada, los ‘Malos pensamientos’, el ‘Fantasma’ novio de aquella rumba de la dama de la guadaña que tanto bailaron los ‘Veintegenarios’ en la época olímpica de la ciudad condal, ‘La colilla’ que hace temblar los cimientos de los Estados Unidos de América, el albertplacountry para mirarse los ‘Hongos’ de los pies o el amor ‘Ciego’ alumbrado por unas linternas que, a modo de antenas, ayudan a Albert a merodear entre un público acostumbrado a saborear a ciegas los temas del cantautor. El continente, un teatro con solera como El Musical, en pleno barrio de El Cabanyal de Valencia, al que pretenden meter un mordisco urbanístico; el contenido, una hora y media de espectáculo ‘yo me lo guiso yo me lo como’ de un Albert Pla curado de espantos que recupera temas interpretados en giras anteriores y los combina con las nuevas propuestas que representará por los escenarios españoles hasta el año que viene.

Una tapa es la diferencia entre tomarse una caña a palo seco o acompañarla del pertinente complemento. Yo la quiero de jamón, y tú, ¿Albert?

Óscar Delgado

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