Berlín bajo el peso de la historia

La capital alemana ofrece algunos de los escenarios históricos más importantes de los últimos siglos

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En algún sitio está escrito que Berlín ha sido el gran teatro de la historia durante los últimos 100 años. No deja de ser una frase sentenciosa, pero tampoco se aleja mucho de la realidad. Y eso que a primera vista no lo parece. Cuando uno llega a Berlín tiene la sensación de que ésta es una ciudad fea, inabarcable e impersonal. Tanto que produce hasta desasosiego. Pero a poco que uno camine por las calles del Mitte o coja el autobús 200 que le lleva de la antigua capital comunista a la capitalista y viceversa, el viajero se va dando cuenta de qué importante es la historia en esta ciudad y de cómo le sigue pesando a los berlineses. Y siente este peso en muchos sitios.

En museos tan didácticos como el de la historia del judaísmo o el de la «Topografía del horror » dedicada a las SS y a la Gestapo. También lo siente en edificios como el Reichstag o en los pisos desde donde vigilaban agentes de la CIA y de la KGB el paso por el Check Point Charlie. Pero sobre todo siente ese peso en el hecho de que, 19 años después de la caída del Muro, Berlín sigue estando dividida.

Los dos lados de la victoria
A espaldas del carro de la Victoria que corona la Puerta de Brandenburgo está el Berlín occidental, que desde 1945 creció como ciudad capitalista y eso es ahora: una capital como otra cualquiera llena de edificios de oficinas, gente con prisas y grandes tiendas de ropa para todas las edades. Y al frente, la misma Victoria mira a la prusiana Unter den Linden (el Paseo bajo los tilos) y al Berlín oriental, el que guarda los museos históricos, las casas señoriales que quedaron en pie tras dos guerras mundiales, las catedrales de varias religiones, los edificios okupas, los jóvenes noctívagos y los antiguos espías de la Stasi emborrachándose en el bar.

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La mejor manera de conocer una ciudad es vivir en ella. En el caso del antiguo Berlín Oriental seguramente lo mejor que se puede hacer es alquilar un apartamento, por ser más barato y porque, sobre todo a este lado del muro, apenas hay hoteles. Una buena opción es el Schoenhouse, en la Schoenhauser Alleé, donde por 63 euros la noche uno puede disfrutar de un pisito limpio y bien amueblado. Desde allí, a un tiro de piedra o de tranvía, se puede pasear por Prenzlauer Berg, un barrio lleno de tiendas de vinilos raros, ropa y objetos de diseño berlinés y comida de todas las partes del mundo. También una de las zonas con más ambiente las 24 horas del día y que puede culminar en Kulturbrauerei o en Prater, antiguas fábricas de cerveza que ahora albergan varias pistas de baile, salas de exposiciones, escenarios teatrales, cines y cafés.

Si tiramos la piedra hacia el otro lado podemos ir al Mitte, con sus elegantes patios interiores que son el sueño inmobiliario de cualquier berlinés modernete que se precie. El contraste lo dan los edificios okupas como el Tacheles o Schwarzenberg, donde uno puede beberse una cerveza mientras visita exposiciones de artistas situados al otro lado del mercado.

Aunque uno no sea muy dado a visitas guiadas, el Free Tour de la agencia New Berlin vale la pena. Tres horas y media de paseo por la historia moderna y contemporánea de Berlin, en las que se relata el paso de los ejércitos napoleónicos bajo la puerta de Brandenburgo, se explica el posible significado de los monolitos que conforman el Memorial del Holocausto o se descubre el aparcamiento donde hace más de 60 años, se encontraron las cenizas de Hitler.

Con el Free Tour uno aprende cosas de Berlín que no están escritas en ninguna guía. Por ejemplo, las vicisitudes del Ministerio nazi que acabó albergando al gobierno comunista de la posguerra y desde donde los funcionarios, tirolina en mano, intentaban huir a la parte occidental. Frente a este Berlín de la Guerra Fría, el tour también ofrece una somera idea del antiguo poder prusiano, cuyo eje principal, Unter den Linden, reúne la flor y nata de la arquitectura imperial. Gendarmenmarkt, al más puro estilo francés, nos presenta un Berlín chic que culmina en Friedrichstrasse, donde grandes marcas y edificios de vanguardia se han dado la mano tras la caída del muro.

Por suerte o por desgracia, Berlín nos sigue ofreciendo dos ciudades distintas y muchas maneras de verlas. Una ciudad que hace sesenta años empezó a levantarse sobre sus escombros y que hoy ofrece al viajero historia.

Recomedaciones:
Free tour por Berlín. Cada día, la agencia New Berlín programa visitas guiadas en español que recorren las calles del centro histórico de la capital alemana. Los guías son estudiantes afincados en la ciudad que, a cambio de su entusiasmo a la hora de mostrar los principales monumentos y las historias que llevan dentro, sólo piden la voluntad. Un buen reclamo para invitar al viajero a otros tours “pagados” como el del Berlín del III Reich, el de la Guerra Fría o el del campo de concentración de Sachsenhausen. Dos visitas diarias, a las 11.00 horas y a las 13.00 horas, en el Berlín Oriental, frente a la puerta de Brandenburgo. www.newberlintours.com

Schoenhouse Apartments



Schönhauser Allee, 185
www.schoenhouse.de

Ruth Bardisa/Voro Contreras

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