El 80% de pacientes con dolor mal explicado a su médico de cabecera puede sufrir depresión

Un estudio de la UCM desvela que muchas personas con patologías de más de seis semanas de duración desconocen que padecen la enfermedad

REDACCIÓN, Valencia. Los dolores más comunes que sufrimos, como dolores de cabeza, de articulaciones o de extremidades pueden desembocar en un episodio depresivo. Se trata de la depresión no diagnosticada por los médicos de atención primaria en pacientes con dolores de más de seis semanas de antigüedad o con dolores intensos. Según el estudio DeDo (Depresión+Dolor), presentado esta semana por Luis Agüera, psiquiatra y profesor de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), en el XXX Congreso Nacional de Médicos de Familia (SEMERGEN) celebrado en Valencia, el 80% de los 3.189 pacientes sometidos a la investigación, con una media de edad de 54 años, presentaba algún síndrome depresivo diagnosticado por el Prime-MD (instrumento de detección rápida de los trastornos psiquiátricos más frecuentes en el ámbito de la atención primaria). Ibuprofeno, paracetamol, aspirina y ansiolíticos. Estos son los medicamentos que consumía la mayoría de los pacientes con dolor inexplicado a los que se les detectó la enfermedad.

Al emprender el estudio, los investigadores de la UCM querían encontrar respuestas a tres preguntas referidas a si el dolor puede ser una manifestación de la depresión, si ésta disminuye el umbral del dolor y si la persistencia del dolor puede causar depresión. El método empleado descansó en el Prime-MD, la valoración del dolor y su duración y la consignación de analgésicos, psicofármacos y otros medicamentos. Además de comprobar que el 80% padecía la enfermedad, comprobaron que la prevalencia del dolor aumentaba según la edad y que era mayor en las mujeres; los pacientes acudían más al médico de atención primaria que a especialistas y el dolor de cabeza intenso y prolongado era un preludio del desarrollo de la depresión, especialmente en las mujeres objeto del estudio.

Depresión y suicidio
En el mismo cónclave de médicos, Víctor Pérez, psiquiatra del Hospital San Pau de Barcelona y coordinador del proyecto ‘European Alliance Against Depression’ (financiado por la UE), dio a conocer las estrategias preventivas en materia de depresión y conducta suicida, desarrolladas por su grupo de trabajo en 25 países. Su objetivo prioritario, reducir al mínimo el porcentaje de tendencias suicidas derivadas de episodios agudos de depresión. Según Pérez, los tratamientos de esta enfermedad suponen el 5% del gasto sanitario, la padecen 1 de cada 5 mujeres, 1 de cada 10 hombres y la complicación más grave de la depresión es la tendencia suicida. De los que padecen la patología, un 15% ha pensado alguna vez en suicidarse, un 1% ha realizado alguna tentativa y 9 de cada 100.000 caen en el suicidio.

Pérez considera la depresión “como un problema de salud pública que requiere prevención, tratamiento y prevención ante recaídas”. Entre la población más vulnerable de padecer la enfermedad se encuentran las personas con un bajo nivel educativo, hombres solteros, mujeres casadas, separados o divorciados y las depresiones consecuencia de pospartos o de acontecimientos vitales negativos. Respecto a las recaídas, el especialista del San Pau de Barcelona apeló al “efecto tóxico de la depresión”, dado que las probabilidades de volver a sufrir episodios depresivos aumenta conforme lo hace la vulnerabilidad para deprimirse, esto es, un paciente sin antecedentes tendrá un 20% de probabilidades de tener la enfermedad, el que ya ha sufrido un episodio, un 50%; el que ha padecido la enfermedad dos veces, un 70%; y 3, un 90%. Pérez aclaró que “la tenacidad y la ambición del médico es un factor fundamental para evitar las recaídas”.

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