Belleza intrincada sobre las aguas

Más de 450 puentes conectan las 118 islas que forman el archipiélago sobre el que está construida la ciudad de Venecia, uno de los lugares con mayor encanto de Italia y de los más sorprendentes a nivel urbanístico. Esta semana 360 Grados Press se sube a una de sus famosas góndolas para perderse entre puentes y canales.

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Llegamos a Venecia con una mezcla entre temor y expectación por si sonaba una alarma ante la que los lugareños, automáticamente, saben cómo actuar. Cuando el aviso de acqua alta se da, la ciudad entera se organiza, incluyendo viviendas y comercios, con una antelación de hasta 12 horas, para la subida de la marea y la llegada inminente del líquido elemento entre sus pies.

 

Como si no fuera suficiente vivir los 365 días del año rodeados de agua, caminando por pequeños y grandes puentes y esperando al vaporetto en lugar del autobús o del taxi (allí son lanchas, pero de un elevado coste por viaje) para desplazamientos a lo largo del Gran Canal y entre las distintas islas lagunares. Aunque sean un símbolo de la localidad italiana, las góndolas y los traghettos son solo carne de turistas desde hace años.

 

Nosotros también fuimos alimento, a su vez, para las fauces hambrientas del shopping y de los atractivos turísticos de esta ciudad con más de 15 siglos de existencia y lugar de referencia para el comercio mediterráneo, así como China e India, durante décadas. Pero ¡cómo no serlo! Si las sensaciones de fascinación y de sorpresa te invaden nada más ‘aterrizas’ en Venecia.

 

Por un lado, por pensar cómo una ciudad que parece estructuralmente tan inestable ha podido mantenerse a flote durante tanto tiempo. De hecho, su hundimiento, a causa del aumento del nivel del mar se acelera cada año y algunos estudios alertan de que podría estar sumergida bajo las aguas en menos de 60 años por el cambio climático. Por el otro (el más importante para mi gusto), por su contenido arquitectónico, artístico y cultural.

 

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Una intrincada distribución de puentes

(Intentar) Recorrer cada uno de los 455 puentes que conectan las 118 islas que forman el archipiélago sobre el que está construida Venecia y que permiten atravesar el entramado de canales a modo de calles que parten del Gran Canal es un reto, al mismo tiempo que un placer. Un paseo que se puede realizar por encima, pero también por debajo de estas construcciones a través de las góndolas, uno de los atractivos turísticos más representativos de la ciudad.

 

Este medio de transporte te permite disfrutar de la arquitectura húmeda y de un leve balanceo que ayuda a meterse más fácilmente en situación. Sobre ellas descubres también la especial numeración por barrios y no por calles que tienen los canales y la nomenclatura de estos, que se conserva desde el siglo XI.

 

Los puentes sobre el Gran Canal, los más importantes de la ciudad, destacan por su imponencia: el de Rialto, construido por Antonio da Ponte a finales del siglo XVI, es uno de los lugares más visitados por las vistas que se ofrecen desde él y el único que cruzó este conducto durante años (por cierto, desde el mercado homónimo de 1250, al que se accede al cruzar el puente desde San Marcos, se puede ver la obra del escultor Lorenzo Quinn Support, dos manos gigantescas que ‘salvan’ al Hotel Ca Sagredo de su hundimiento); el de la Academia, de madera, que reemplaza al original de hierro y que fue diseñado a partir del proyecto del ingeniero Eugenio Miozzi e inaugurado en 1933; el de los Descalzos, inaugurado en 1934 con un solo arco hecho totalmente de piedra de Istria, y el de la Constitución, diseñado por Santiago Calatrava y presentado en sociedad en 2008, que se ha visto envuelto en una fuerte polémica por los continuos accidentes de los usuarios.

 

Las maravillas que regala la Plaza de San Marcos

Y si las obras de ingeniería son de admirar, las construcciones arquitectónicas no se quedan atrás. Una de las más impresionantes es la Basílica de San Marcos, delimitada por la plaza homónima, que Napoleón definió como “el salón más bello de Europa” y cuyo suelo está hecho de losas de piedra de Istria.

 

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La Basílica, obra maestra de la arquitectura bizantina en Occidente, fue construida para albergar los restos de Marcos el Evangelista y destaca por su airoso Campanille, seña de identidad de Venecia y por los mosaicos de estilo oriental que se recogen en el interior del templo, así como la Pala d’Oro, un pequeño retablo de filigrana de oro, esmaltes y piedras preciosas.

 

Por su parte, el Palacio Ducal, otro de los edificios que flanquean la plaza, de estilo gótico, fue residencia de los dux, sede del gobierno y de la corte de justicia y prisión de la República de Venecia. Destaca por su acceso principal, la Porta della Carta, impresionante obra tardogótica llena de esculturas, y por la Escalera de los Gigantes, del escultor florentino Sansovino.

 

Y, cómo no, es casi necesario visitar las islas de Murano y de Burano, así como el Museo del Vidrio, que se encuentra en la primera de ellas, y donde se puede conocer de cerca su representativo y valorado cristal, con el que se elaboran lámparas, vasos, copas y adornos de intrincados diseños a base de la técnica de soplado.

 

Una de las decenas de oportunidades de ocio que ofrece la ciudad de Venecia y su inigualable urbanismo intrincado. Por cierto, al final, para nuestra desazonada (des)ilusión, no contemplamos la esperada acqua alta. Tal vez haya sido mejor así.


@casas_Castro

David Casas

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