Hasta que la muerte nos separe, o no

Atrás quedaron las populares frases de “para toda la vida”, “felices para siempre” o “hasta el final de nuestros días”. Lo cierto es que el amor ha dado un giro de 360 grados y las relaciones amorosas ya no son lo que eran. Algunos expertos en la materia lo atribuyen al ritmo ajetreado de vida que llevamos y otros, al conocido síndrome postromántico. Sea como sea, lo cierto es que existe un cambio en la mentalidad social que se traduce en un mayor número de divorcios, un 4,8% más en los tres primeros meses de 2017, según los datos publicados por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

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Hace más de 50 años, los matrimonios eran para toda la vida. Suponían un contrato verbal y escrito, un vínculo emocional, un consenso con la pareja que te ataba de forma voluntaria, en la mayoría de casos, a un proyecto vital común. Pero, ¿qué ha pasado en la actualidad? Muchos especialistas advierten de que el ser humano ha sufrido una evolución tan acuciada a nivel intelectual, cognitivo y social que la idea que antes le atraía del compromiso, en ocasiones, le aterra. 

 

Otros expertos lo relegan a un plano científico en el que, según dicen, entran en juego reacciones hormonales, conexiones neuronales, impulsos nerviosos o la variabilidad de determinados neurotransmisores. Hasta tal punto de que las investigaciones relativas a esta temática llevadas a cabo por la antropóloga y bióloga estadounidense, Helen Fisher, han derivado en la apertura de la primera Escuela Neurocientífica del Amor, que en marzo desembarcará en España. Según el director del centro, “la neurociencia podría ser la respuesta a la incógnita de por qué nos enamoramos de unas personas y no de otras”.

 

Y, ¿qué es lo que pasa cuando el desenamoramiento hace acto de presencia? Según el psicólogo Ricardo Pérez, del gabinete Ripema Psicología, tras una ruptura sentimos la sensación de pérdida, que se traduce en un duelo. “Se pasa por las mismas fases y puede presentar las mismas complicaciones. Dependerá mucho de si eres la parte que deja o a la que han dejado, pero en general las fases son: Negación, Ira, Culpa, Tristeza y Aceptación”.

 

Durante la fase de negación no aceptas la nueva situación, sigues actuando como antes de que pasara, no eres consciente de que él o ella ya no está y hasta puedes experimentar el síndrome de abstinencia”, explica Ricardo Pérez. En el momento en el que tu cuerpo y mente han asimilado la nueva realidad, surge el enfado con la otra persona, al que culpabilizas de la situación y por la que sientes ira.

 

Pero en la fase de ‘culpa’ sucede justo lo contrario. “Tu cerebro se cuestiona qué hiciste mal a lo largo de la relación, que podrías haber hecho diferente e imagina mil escenarios en los que podrías estar ahora mismo, si hubieras actuado de otra manera“, destaca Ricardo. Y, añade, “muchos pacientes vienen a terapia cuando están en la siguiente fase, que es la tristeza, porque la confunden con una depresión. Se sienten decaídos, con la autoestima baja, porque asimilan que la ruptura es definitiva y que no va a cambiar”.

 

Aunque es la etapa que más trata de evitar la gente, llega la última fase del duelo, la aceptación. “Cuando interiorizas lo sucedido e integras en tu vida la ruptura como algo normal y empiezas a ser completamente funcional sin tu pareja“, destaca el experto.

 

En este sentido, resalta la importancia de gestionar las emociones para no derivar en complicaciones que pueden desembocar en una depresión, aunque la mayoría de casos en los que se produce esto, la persona afligida presenta un tipo de patología que acrecenta ese estado anímico, como una baja autoestima, una dependencia personal, etc. “Los psicólogos trabajamos en terapia esos pilares para solventarlos y reconducir el estado de los pacientes”, concluye.

 

Síndrome de Estrés Post-Romántico

Según Robert Sternberg, uno de los mayores psicólogos reputados del mundo, que impulsó la teoría triangular del amor, “las relaciones evolucionan desde la pasión al compromiso y en este tiempo la gran mayoría sufre lo que se conoce, aunque no está reconocido de forma oficial, como Síndrome de Estrés Post-Romántico.

 

Esto significa que la primera oleada de amor está compuesta por reacciones químicas que desatan tu euforia y hacen que segregues dopamina y adrenalina, pero cuando cesan percibes los defectos de tu pareja y no la ves perfecta como al principio. Muchas personas lo superan pronto, porque comprenden que la disminución de la pasión es algo normal y no implica la ausencia de amor, pero otras viven un auténtico calvario que acaba en una ruptura.  

 

Un dato que corrobora esta teoría es que en los últimos años se ha incrementado de forma significativa el número de divorcios y que nos encontramos ante un panorama inestable de parejas sólidas, no obstante no hay que perder la esperanza, queridos lectores. Porque, como diría el gran Joaquín Sabina, “el amor cuando no muere mata y amores que matan nunca mueren”.


@ingabarda

Patricia Moratalla

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